No se entiende la Historia, hasta que no se ponen rostros a las personas, se conocen sus nombres, sus sentimientos, sus ideas.
“…eran hombres de Ideas por eso los mataron…”
¿Qué ideas?... Eran Ciudadanos, con mayúsculas; luchaban por sus Derechos y veían un Deber luchar por un mundo mejor…el campesino, el obrero, el jornalero, el intelectual, el librepensador…todos desaparecieron, los borraron de la Historia, o más bien de su pseudohistoria. Se creó un nuevo Orden: jerárquico, uniforme, con privilegios, con creencias dogmáticas. Dogmas herméticos, cerrados, oscuros, que intentaban ocultar bajo un manto de olvido, no sólo sus nombres, sus cuerpos, sino también sus estelas. Hombres y mujeres fueron asesinados, y sus cuerpos enterrados…. Pero las Ideas no pudieron enterrarlas:.. “Miles de personas pueden perecer pero no el sentimiento que las anima” (sic).
Otros cuerpos, no los sepultaron, necesitaban esclavos para ese nuevo Orden (para ordenarles manu militari),… eran sus mujeres, padres, hermanos, hijos que quedaron bajo las garras de la hidra represora. Muchas madres perdieron sus semillas, (es difícil plasmar lo que sintieron), las esterilizaron vitalmente, mujeres que con una esperanza de vida de unos 45 años, ya con 25-30 años las dejaron…sin proyección de futuro…
Curioso es que no existan (que yo sepa) en el diccionario palabras para madres que pierden a sus hijos, y es que este nuevo Orden se impuso anti-natura. No aparece en el diccionario, pero se encargaron de sembrar el país de ellas, igual que de otras palabras que sí se recogen en el diccionario: miseria, miedo, huérfanos, viudos, y viudas. En este caso el nuevo régimen sí se decantó por el género femenino: cientos de viudas vestidas de negro contrastaban con el cielo azul y el blanco de la cal de nuestros pueblos.
Todos y todas eran víctimas; algunas, muy pocas y pocos, eran considerados huérfanos y viudas de guerra. Aquí los academicistas del régimen sin saberlo sí acertaron, pues los así considerados eran las mujeres o hijos de soldados que voluntaria, o involuntariamente gran parte de ellos, fueron a los frentes de batalla. Pero aquí en nuestros pueblos no hubo frente: los hijos y madres habían perdido a los suyos no en la guerra, sino durante la guerra, y fue durante la guerra cuando la brutal represión sembró de sangre los terrazgos que meses antes eran trabajados por los mismos cuerpos, ahora sin vida, ocultos en zanjas y canteras. Aquí existían víctimas, huérfanos y viudas de la Represión.
Y esas mujeres nunca escucharon doblar por los suyos, nunca fueron homenajeadas, ni recibieron pensión, ni privilegio alguno, todo lo contrario, las mujeres de la represión fueron humilladas, vejadas, vilipendiadas; intentaron acabar con su dignidad, y esperanza, les arrancaron de raíz a los suyos, les arrancaron de raíz parte de su cuerpo, les rasuraron…. Pero los sentimientos no pudieron arrancárselos, un rayo incesante de Dignidad, de luz, siempre iluminó sus ojos.
Muchísimas hacían como Carmen: un día tras otro…y sus huesos estaban reventados de palizas y de trabajar por un mísero salario para subsistir y alimentar a sus pequeñas. No quería bajo ningún concepto que se las llevaran a esos cuarteles de caridad, a esos hipócritamente llamados casa hogares de auxilio. No quería ni caridad, ni auxilio por parte de los que eran sus mismos verdugos…Por ello, sofocado el calor, tras regar sus latas oxidadas de clavelinas, se sentaba al atardecer en su hamaca remendada en el patio, cerca del pozo y dejaba siempre el portón entreabierto, sin el cerrojo, sin la tranca, tan sólo con esa piedra de alabastro blanco, justamente en el sitio que su marido conocía y que podría desplazar para aparecer de nuevo. Pero aunque defendía la esperanza y el recuerdo, a sus hijas poco a poco les estaba ocurriendo lo que Carmen temía que hubiera pasado de haber ido a esos cuarteles del nuevo Orden: el rostro de su padre se iba desdibujando, como cuando las tiraba hacia arriba jugando, su cara se desfiguraba poco a poco, poco a poco su olor se diluía y ya no recordaban esa mezcla de olor a tierra mojada por lluvia y sudor,… El recuerdo, sus ideas, podían desaparecer y Carmen dejaba el portón entreabierto… Otra tarde más tras regar sus macetas de clavelinas rojas, colocaba la piedra de alabastro y dejaba el portón entreabierto.
Aunque no aparecía, Carmen no dejaba de regar sus clavelinas y mirar de frente al portón, su mirada era de dignidad y esperanza. Le contaba a sus hijas que habían sido fruto de un amor libre y es que ni su marido aparecía en los registros, ni constaba que se hubiera casado, se había casado LEGALMENTE por lo civil, pero esos que pregonaban el no matarás…mataron su matrimonio, y lo que era más cruel, los mercenarios escribanos golpistas aún sabiendo fehacientemente que lo habían asesinado, no lo inscribieron en el Registro civil de defunciones…como si nunca hubiera existido. Los mercenarios memoricidas sabían donde habían arrojado sus cuerpos, encargaron que se les echará tierra y cal encima, pero no encargaron que inscribieran sus nombres en ningún soporte, ni por supuesto en piedra, ni siquiera en papel…que nadie les recordara, que nadie pudiera llevarles flores, aunque fuera de forma clandestina bajo el manto de las estrellas que los iluminara…No existen nombres, pretenden borrarlos de la Historia.
Curiosamente en un primer momento, ya sea aún con el miedo a lo desconocido, a un posible futuro fracaso y siempre falseando la Historia en sus documentos oficiales sí los inscribieron. Entre renglones podemos descubrir las víctimas de la represión y algunos tuvieron “el honor” en un principio, de que lo inscribieran bajo eufemismos engañosos tales como: “Herida de arma de fuego”, “Lucha contra el marxismo”, “en el movimiento de liberación”, “choque con fuerza pública”…. Palabras que encubrían el asesinato mediante máuser, mediante unas balas asesinas que habían dejado premeditadamente para desarrollar de forma “ejemplarizante” una total y sangrienta escabechina. Estos gerifaltes del nuevo orden en la tierra y bajo la tierra, incluso ya institucionalizado el nuevo régimen dictatorial, fueron más allá y ordenaron que se tachara literal y materialmente, incluso la eufemística causa. No querían dejar huella, ninguna prueba, ningún testigo documental, ni cuerpos, ni nombres….pero la HISTORIA, con mayúscula , es también el tesoro del pueblo y la memoria oral, la memoria histórica resurgió, o más bien siempre permaneció, expectante ante un portón entreabierto, y no pudieron con sus tintas memoricidas, acabar con sus nombres …con sus Ideas.
Por cierto, curioso es que incluso con el paso del tiempo, al contrario de lo que suele ocurrir: que una pátina oculte la primera capa, en este caso, con el paso del tiempo esas tintas deleznables se apagaron, literalmente fueron perdiendo color y setenta años después el tachón que pusieron en la Historia, desapareció,…el rayo verde de esperanza brilló setenta años después, nunca se perdió, por mucha tinta y mucha sal que echaran sobre nuestra memoria. En las mesas camillas en invierno, en los corrales y en patios en verano con cuidado de que “no hubiera ropa tendida” (que ocultara un delator), se seguían recordando.
Carmen perdió a su marido, a su compañero, al padre de sus niñas, por ello era una flor marchita, y desde siempre sus niñas la recordaban vestida de negro, era una flor marchita vestida de negro, pero de tallo verde. Un vestido negro que curiosamente nunca pisaría el templo donde las campanas repicaban y tocaban para Tedeum y Glorias del régimen, pero no doblaban, aún sabiendo quien mandaba tocar y quien las tocaba que noche tras noche en esos meses de estío los hijos del pueblo que antes trabajaban y arañaban las tierras , ahora eran arañados por ella. Ese mismo templo adornaba los altares, con velas y flores, que nunca existieron en las zanjas de la vergüenza.
Las campanas tocaban,…pero Carmen, vestida de negro, no entendía de dogmas, sí de sentimientos y miraba desde su hamaca con una mirada puesta en sus hijas y otra en el portón. De vez en cuando, entre la mirilla y el hueco del sardiné penetraba una luz no fija, era un rayo verde, discontinuo, pero incesante…y cuando cerraba sus ojos Carmen parecía ver el rostro de su compañero…Cuando así ocurría se lo contaba a sus hijas y ellas recobraban su rostro, su olor, su recuerdo.
Carmen murió, ya no esperaba en la hamaca de remiendos de telas rodeada de jazmines y de latas oxidadas de clavelinas rojas, que su Hombre retirara la piedra de alabastro blanco, que entrara y fuera al pozo a refrescarse, como cuando venía de la era y jugaba con sus dos niñas : Bienvenida y Salud.
Ellas desde hace años no recordaban con nitidez la imagen de sus padres…pero sus pupilas se dilataron…era su padre…. Aparecía con otros compañeros….también aparecía su madre, al principio no la reconocían pues no iba vestida de negro. Todo fue posible en una imagen recobrada en el Taller de Memoria, organizado durante el I Seminario de Historia Reciente, del IES Federico García Lorca, un IES con nombre de otro protagonista de la Historia y del pueblo, que no consiguieron borrar…Federico…el poeta entregó una hermosa luz blanca de paz y verde de esperanza.
Salud y Bienvenida 75 años después recobraron su memoria, sus rostros, su Historia, aunque mamá Carmen en un principio les era irreconocible. Su vestido no era negro sino que como los tachones de los registros parecía haberse desteñido y cubierto de color verde, como el tallo de la clavelina roja que llevaba en su solapa. Sin duda, era ella, la reconocieron por la luz de sus ojos, esa misma luz con la que miraba el portón.
En ese día recobraron su memoria, su Historia, y sus Ideas…mañana Salud y su hermana quieren identificar el lugar donde reposa su padre con sus compañeros, quieren saber a donde dirigirse y quizás si identifican su cuerpo ponerle flores, y podrán inscribir el nombre no sólo de él , también de su madre en esa lápida de piedra de alabastro blanco, que por expreso deseo de su madre tampoco tenía nombre ni fecha, aunque ellas bien sabían que Carmen cerró los ojos ya para siempre en su hamaca en 1980, años ya de libertad, pero no de Justicia: “…si no sabían donde estaba su marido, para llevarle flores, tampoco quería que supieran donde estaba ella…”. Salud sí le llevaba flores a esa lápida, realizada de una piedra de alabastro blanco que de niña recordaba, sin nombre...y durante años la piedra sin nombre era limpiada, acariciada y esperaba ser tallada; en ella iría el verdadero nombre de su madre, antes de que los que no doblaban por ellos, les obligaran a bautizarse con otro, su verdadero nombre era LIBERTAD.
Hoy Salud y Bienvenida siguen luchando por sus Ideas…porque Libertad renazca, y que por fin le acompañe el nombre de su compañero, y que sus nombres esculpidos en esa piedra de alabastro blanco, y acompañados por clavelinas rojas brillen, no bajo el manto del olvido, sino bajo el de las estrellas de su pueblo y bajo la luz de ese rayo que no cesa, un rayo tricolor de Dignidad, Memoria y Justicia.
Javier Gavira Gil.
Historiador, Profesor del IES Federico García Lorca y Coordinador del I Seminario de Historia Reciente. PUEBLA DE CAZALLA 2008
Este artículo, está realizado con nombres ficticios, pero todo lo que se cuenta, aunque de forma novelada, está basado en hechos reales, si bien no todo de una misma experiencia, todo se basa en relatos, hechos y datos de los años que llevo investigando, nuestro pasado reciente, o lo que es lo mismo vinculado al movimiento de lo que ahora se le llama memoria histórica.
Azaña Díaz, Manuel: “La velada de Benicarló”. Don Manuel Azaña fue presidente de la II República Española. La frase también aparece en el friso del monumento-homenaje a las víctimas de la represión golpista: La puerta de la memoria, inaugurado en Marchena en 2006.
Durante los meses de Agosto y Septiembre de 1936 se tiene constancia de que víctimas de la represión golpista, y asesinadas en Puebla de Cazalla, superan con creces el centenar, pues bien tan sólo 16 están inscritas en esa época en el Registro Civil. Para éste y otros datos sobre la represión es imprescindible consultar la magistral obra del investigador José María García Márquez: La represión Militar en la Puebla de Cazalla ( 1936-1943)
García Márquez nos documenta en su obra ya citada que una vez tomada la Puebla el 31 de Agosto de 1936, la columna de ocupación partió pero dejó al jefe de Falange local: 35 fusiles máuser y 4800cartuchos. Más de 70 años más tarde, en la exhumación realizada bajo la dirección del grupo Aranzadi en 2008, en una fosa ubicada en el cementerio de La Puebla de Cazalla se han encontrado cráneos con disparos y al lado, casquillos de Máuser.
A lo largo del relato conscientemente, no he querido ponerle nombre concreto al marido, pues fueron muchos los nombres que quisieron borrar, aunque por poner uno, y en honor a la letra de otro luchador de libertades, me refiero a Francisco Moreno Galván… si el lector busca uno concreto, me gustaría que fuera Juan García.