Intervención de Maricarmen España en la presentación de las II Jornadas de Memoria Histórica de La Puebla de Cazalla (Sevilla), el 15 de Enero de 2015.
Buenas tardes a todos y muchas gracias por vuestra asistencia y vuestra compañía.
Desde 2006 hemos recorrido un largo camino juntos, un camino de la verdad y la justicia que nos ha llevado de la soledad de nuestras casas en las que los nietos hacíamos muchas preguntas nuestros padres porque no entendíamos la desaparición del abuelo, preguntas que no tenían en aquel momento sus respuestas, a ver que había en España muchas más familias así, y que nuestros abuelos no eran muertos en hechos aislados.
En este largo camino también hemos pasado de que los nuestros fueran desaparecidos en nuestras soledades, sin nombre, sin tumba, sin velatorio y sin papeles, a que se les reconozca como víctimas de la represión franquista (a mí me gusta llamarla fascista) de este país, a que se le reconozca como lo que son, y no muertos en dos bandos de una guerra entre hermanos.
En este camino, hemos pasado de pensar que nuestro abuelo era un daño colateral de un desorden típico de la llamada guerra civil al que le habían aplicado la ley de fugas en una cuneta después de llevárselo en un camión, a saber, gracias a las investigaciones de muchos historiadores y en concreto de José María García Márquez, un lobo de los archivos, que estas víctimas fueron el objetivo principal –nombre a nombre, pueblo a pueblo- de una represión sistemática de exterminio contra población civil, una represión de extrema violencia, de tiros en la nuca con las manos atadas, un sistema de exterminio ideado y planificado por parte de los sublevados contra todo lo que pusiera en peligro sus intereses ideológicos, políticos, pero fundamentalmente contra todo lo que pusiera en peligro el status económico y el orden establecido.
Hemos pasado de ver a nuestro abuelo muerto por despecho o por rencillas personales “sin haber hecho nada” a conocer que el abuelo formaba parte activamente del movimiento popular, que aunaba esfuerzos con las fuerzas políticas y del gobierno, pero sin apoyos del exterior, para responder al golpe militar.
Y hemos pasado después de casi 80 años, de no saber dónde estaba su cuerpo, cansados ya de buscar en las cunetas alguna señal del lugar del enterramiento desde la curva donde se paró ese camión Ebro de madrugada, a estar –frente a frente- al pie de ese gran agujero (todo lo que hemos podido) porque era lo que teníamos que hacer, cuando se señaló por primera vez a finales del 2004 un lugar concreto de enterramiento, el Cementerio de La Puebla de Cazalla, “al fondo del todo”, decían, especificándonos claramente que los jornaleros ejecutados de Lantejuela fueron los primeros en entrar en la fosa conocida como “El Carnero”.
En este largo camino, hemos pasado de situaciones donde alcaldes de izquierdas –ante nuestra búsqueda y solicitud de autorización para exhumar- intentaron mirar para otro lado, porque o no sabían muy bien de dónde les venía el tema, o como consecuencia de la misma dislocación que sufre nuestra historia parecía todo muy irreal, o simplemente por consignas generales de negación del todo o de tergiversación del pasado; hemos pasado –como digo- a otras situaciones en las que sendos informes del Relator Especial de las Naciones Unidas, como uno de fecha 22 de julio de 2014, se dice “los mayores vacíos se evidencian en materia de verdad y justicia”, dándole un gran tirón de orejas a nuestro país, y subrayando que no se estableció nunca una política de Estado llamando por tanto a las instituciones para trabajar y encarar estas tareas pendientes en cuestión de derechos, contestando de bruces a un Estado que fija presupuesto cero para la memoria en intentos vanos de acallarnos y que se empeña ahora además-para más vergüenza aún si cabe, vergüenza ajena- en no aplicar a las víctimas del golpe de estado y de la represión el derecho internacional, acogiéndose a la Ley de Amnistía de 1977, la 46/77, una ley que las Naciones Unidas solicita una y otra vez que se derogue por ilegal.
Y así de la soledad de nuestras casas, como decía, hemos pasado a denunciar ante la justicia internacional, vía justicia argentina porque la nuestra no nos vale, que estamos ante delitos contra la humanidad.
Y en este largo camino lleno de piedras, y que brevemente he descrito, un camino desde las cunetas al derecho internacional, ha tenido mucho que decir el caso de la fosa que habéis tenido a poca distancia de esta sala de conferencias.
En este largo camino, del que todavía nos quedan cuestiones primordiales como es la identificación por ADN de los cuerpos exhumados (en cumplimiento del 4º punto del Manifiesto firmado por los familiares el 14 de febrero de 2006 en el salón de Plenos del Ayuntamiento de Lantejuela), estamos todos siendo integrantes activos del Movimiento cívico social de Recuperación de la Memoria Histórica, un movimiento que busca esa verdad, esa justicia y esa reparación y que está formado en bloque por historiadores, investigadores, antropólogos, periodistas y fundamentalmente por familiares de las víctimas, a los que nunca ninguna institución debe apartar.
En este camino, en el Movimiento de RMH el caso de la fosa de La Puebla de Cazalla ha sido y es un caso emblemático, impulsor en muchos momentos y ejemplar siempre en cuanto a organización, actuaciones reales, superación de dificultades técnicas y voluntad política. Esa misma voluntad política que el Relator de la ONU está reclamándole imperiosamente al Estado español.
La fosa de La Puebla ha sido muy difícil a nivel técnico por la profundidad, la forma de embudo de la misma y por la duración del proceso (hasta cuatro fases, desde 2006 a 2014), pero también ha sido muy laboriosa a nivel político por haber conocido 4 Comisarios de Memoria, pasando por las vicisitudes de una débil estructura tanto política como económica que soporta todo el tema de la llamada guerra civil, debilidad que es fruto de la amnesia política e ideológica implantada en este país.
El largo proceso ha sobrevivido con esfuerzo y con trabajo, quiero decirlo, y gracias a la constante presencia de los familiares. Desde que la zona fuese limpiada en abril de 2006 porque era el vertedero de escombros de todo el Cementerio, hasta los 74 cuerpos que se han exhumado en diferentes fases, los esfuerzos el trabajo han sido titánicos y porque así se han necesitado.
El proceso vivido, quiero decirlo también, ha sido y es pionero porque ha abierto sendas en este camino de la Memoria, pues empezados incluso antes de la promulgación de la Ley de Memoria Histórica y porque ha ido marcando en muchos casos cómo hacer las cosas. Y las cosas se han hecho bien. Nos han acompañado películas, reportajes, documentales, artículos y muchas fotografías, y cómo no internet, que provocaron que el caso de la fosa de La Puebla de Cazalla se viera como el final del silencio en esa amnesia y el principio de todo.
Y quiero subrayar especialmente en este acto que este proceso ha sido peculiar porque es un ejemplo singular de voluntad política en todo momento, porque el gobierno municipal de La Puebla de Cazalla ha demostrado que cuando se quiere, se pueden hacer las cosas. Esta voluntad política de hacer las cosas, de mirar hacia los familiares, tiene más mérito aún por esa debilidad de estructuras que os comento y que es provocada a conciencia. Y es que cuando se trata de exhumar todo parece más difícil con lo que la decisión política de exhumar merece mayor mérito aún.
Estudios, investigaciones, concentraciones, denuncias, actuaciones, jornadas como éstas, todo esto suma en el esfuerzo por recuperar a los que nos quitaron.
Pero quiero subrayar la importancia de las exhumaciones.
Las exhumaciones son y deben ser –en el movimiento de RMH y en la política de este país por lo menos a partir de ahora- una pieza clave. Creo que hay que decir que la exhumación de las fosas es y debe ser la actividad prioritaria en las actuaciones de asociaciones, instituciones y grupos implicados en la cuestión. ¿Por qué? Porque las fosas son la arqueología, el testimonio físico de aquella violencia represora planificada, porque las fosas son la arqueología de la verdad desenmascarando –de una vez por todas- guerra civil, versiones históricas y transición por completo, dejando en evidencia que nuestra democracia debe empezar a trabajar de firme en muchas cuestiones, y por último, porque cada cuerpo que se exhuma se convierte en justicia, porque es un acto de justicia sacarlos de ahí, de donde los quisieron esconder, para darle el nombre que les quisieron quitar y para devolver su sitio en la historia. Vais a ser testigos de estos que os comento en estar Jornadas con las magníficas conferencias que se han programado desde la Concejalía de Cultura, además de la exposición que vais a poder ver.
Que sepáis que esa fosa que habéis tenido a pocos metros y de la que van a quedar testimonios importantes, ha sido y es para Andalucía, España, a nivel de Europa en países como Suecia, Suiza, Alemania, Noruega y el otro lado del Atlántico como en México también, una prueba física tremenda –con todo lo que ha contenido en su interior- de la existencia del genocidio fascista español. Y esto se ha dado a conocer en muchos sitios. Es una de las primeras veces que se pone nombre al horror, rompiendo así –como os digo- con el silencio de nuestras casas y de la sociedad.
De ahí la importancia de lo que se ha hecho aquí.
La verdad de una fosa es innegable, incuestionable y nadie puede minimizar su verdad ante estas pruebas (amontonamiento de los cuerpos, orificios de bala, brazos y muñecas rotos, manos atadas…). Estos son muertos por ejecuciones en masa, no muertos en batalla tras una trinchera. Estos son, por tanto, delitos de lesa humanidad y por tanto son crímenes que nunca prescriben. Así que la justicia española ya va tarde.
De esta forma, tengo la convicción de que cada fosa que se abre es un acto que ensancha el espacio de los derechos humanos y refuerza los valores democráticos, porque los familiares quedamos en paz y la sociedad también. Las preguntas empiezan a tener respuestas, y las heridas a cerrase, y el paso empieza a unirse al presente con la verdad, por muy hondo que se hayan enterrado los cuerpos y la historia. También en esto los Registros Civiles, sin apuntar miles y miles de desaparecidos, van tarde.
En este camino de recuperar la historia social, documento a documento, fosa a fosa, nombre a nombre, queda todavía mucho por recorrer. No nos cansamos. España es el segundo país del mundo en número de desaparecidos y en fosas comunes detrás de Camboya: 528 fosas en Andalucía, 2.328 fosas en toda España, 45.000 sepultados en fosas, 150.000 desaparecidos, 81.745 personas represaliadas en la base de datos de Todos Los Nombres y más de 13.520 fusilados solamente en la provincia de Sevilla. Esta es la cruda realidad que se agrava ante el nulo compromiso de la justicia española y del Estado, salvo excepciones, y que hace que sigamos sin cansancio y con más fuerza si cabe. Porque nuestro Estado ha querido mirar hacia otro lado desde hace muchos años, lo que ha hecho que creamos poco en él, organizándonos para actuar. Ahora, y a estas alturas, no vamos a permitir que la Memoria Histórica sea instrumentalizada, ni los familiares apartados, y vamos a continuar sembrando semillas para que ahora la sociedad esté organizándose para cambiar las cosas. Sea cual sea el número de muertos, los muertos son personas y cada uno tiene que asumir sus responsabilidades. Y en esto el Estado también va tarde.
Manuel Barroso, el jefe de la falange local, se equivocó cuando dijo que en el sitio donde los habían metido nunca los encontraríamos. En su intento de ocultación de personas y de ideas fracasaron, aunque hayan pasado más de 70 años, casi 80, porque- que no tengan ninguna duda y que les quede bien claro- nuestros abuelos y sus ideas de libertad y de igualdad siguen viviendo en nosotros como ya pronosticó Miguel Hernández en los bonitos versos que cantó Serrat:
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
Reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
Porque aún tengo la vida…
Porque aún tengo la vida.
Y ya termino mi intervención.
Agradezco de todo corazón la invitación a estar aquí con vosotros en esta presentación, en compañía de todos vosotros que sois luchadores también de la memoria.
He aprendido mucho de vosotros.
Para mí es un honor estar en este acto de apertura de estas magníficas Jornadas, porque son un acto de compromiso con la verdad histórica, pudiendo construir en estos días un relato veraz de lo ocurrido, paso a paso, en contra del deseo del franquismo de ocultar sus crímenes y mentir sobre el pasado. En ese camino estamos.
De todo corazón, no tengo palabras, para agradecer todos los esfuerzos y la voluntad política que desde el equipo de gobierno con Antonio Martín Melero al frente como alcalde ha puesto a lo largo de todo el proceso desde que estaban en la oposición. Doy las gracias al Alcalde por su compromiso, a su concejal de Cultural Miguel Ángel Rivero, a la concejal Loli Crespillo, especialmente al maestro –en muchos sentidos- Pepe Santos, al concejal del Cementerio Pepe Melero porque su trabajo increíble localizando familiares de los nichos a derribar, a Manuel Solís el enterrador por todos sus desvelos a pie de fosa, a Andrés el compañero de la máquina retro que en vez de una pala parece llevar una pluma estilográfica de diseño, a Antonio Ponce por su trabajo bien hecho. A los voluntarios Encarni Conde y José Cano, a los equipos de arqueología que han pasado por aquí en estos años (ArqueoActiva, S.C.A., Aranzadi y Arquatro, S.C) especialmente a Elena Vera y Juanma Guijo por su profesionalidad y su amistad; a la Asociación DIME de Marchea (especialmente a los incansables luchadores por la Memoria el profesor e historiador Javier Gavira, Ana Rivas, Antonia Parra y Bienvenida) y a la Asociación AMHyJA sin la que hubieran sido imposibles las primeras fases. Las gracias también al que fue alcalde de Lantejuela Juan José Vega López porque me dejó trabajar y al que echo mucho de menos como alcalde, por el apoyo que recibí. Y a los periodistas Martin Jhönson, Pontus Hjorten, Gervasio Sánchez y Eduardo Del Campo y Fernando por el papel tan importante que jugaron en muchos momentos cruciales de este proceso. Y a todos los vecinos que se pasaron por allí para preguntar en alguna ocasión y a todos los trabajadores que han estado como Manuel Duarte. Especialmente doy las gracias también al nieto del enterrador Antonio Cano Andrade, porque su testimonio fue clave para encontrar el lugar exacto de la fosa. Mi agradecimiento también para el primer Comisario de Memoria de Andalucía José María Romero que dio la orden de limpiar la zona así como al Director de Memoria Democrática Luís Naranjo por intentar traer la verdad a la historia de Andalucía. Mi agradecimiento para Cecilio Gordillo por todas sus enseñanzas y por su amistad. En memoria, también quiero agradecerles y recordarles, a mis jóvenes compañeros que ya no están: al voluntario y miembros del SAT José Crespillo y a José Antonio Álvarez Alférez, concejal de IU de Lantejuela. Y a todos aquellos que con su mirada de aprobación me han dado ánimos.
Disculpad si me he podido olvidar de nombrar aquí a alguien.
Muchísimas gracias a vosotros por vuestra atención. Feliz Año a todos y que disfrutéis del acto de compromiso que significan estar Jornadas para la verdad y la justicia.
15 de enero de 2015.
Mª Carmen España Ruiz. Asociación RMH “Romance de Juan García”.