Hablando de beatificaciones... Me acaba de llamar un amigo desde Argentina. Sus padres desaparecieron cuando la dictadura militar,siendo él solo un niño y desde entonces su abuela f orma parte de esas abuelas "locas" ( como les llamó con cariño y admiración nuestro querido Carlos Cano)de la Plaza de Mayo. Acaba de salir la sentencia de los tribunales de Justicia de este país condenando a un capellán militar a cadena perpetua. Por lo visto,este sacerdote, confundió servir al señor todopoderoso con servir a los militares golpistas, por cierto también todopoderosos hasta hace muy poco. Este cordero de Dios, llamado Christian Von Wernich confesaba a los hombres y mujeres que eran detenidos y torturados hasta la muerte por los golpistas (que también se dicen corderos de Dios) y después de cumplir fielmente su labor divina, la de la cristiana confesión, me refiero, cumplía también fielmente su labor humana, condensándoles a los militares lo que los detenidos, creyendo ser oídos en secreto de confesión, les habían ingenuamente confesado. No sé si me explico. Lo aclaro: este humilde servidor de la iglesia está acusado de participar en 7 asesinatos, en 31 casos de torturas y en 42 de privación ilegal delibertad y condenado por ello a cadena perpetua. Esta vez, yo creía que la justicia humana se había cumplido antes que la divina, pero me equivoqué. Me dice mi amigo desde Argentina que le ha llegado el rumor que el episcopado español está barajando el nombre de esta descarriada oveja para sumarlo a las beatificacionesque el próximo día 28 de octubre se llevarán a cabo enRoma, la de esos 497 "mártires" de la guerra civil española. Mi amigo está indignado
ante la posibilidad de que este servidor de Dios no solo sea beatificado en vida sino que sea beatificado después del currículum de asesino que tiene, y me pregunta si la iglesia española sería capaz de ello. Yo lo escucho serenamente. Le digo que por aquí estamos ya acostumbrados a que la iglesia, santa, apostólica yromana haga lo que le venga en gana y no solo en "sucasa", sino en la casa de todos, que se supone que es este país, y que no me extraña ya nada de esta institución, caduca y soberbia. Que ahí esta el dictador de Franco, acogido como buen cristiano en el seno de la iglesia y ahí está también otro que le iba a la saga, Queipo de Llano, enterrado en la basílica de la Macarena, en Sevilla. Solo le di a mi amigo un consejo: Iván,relájate que allá la iglesia con algunos vivos y con todos sus muertos.
Paqui Maqueda Fernández
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