La Asociación DIME ha felicitado a Gervasio Puerta, amigo de nuestra Asociación por el homenaje recibido en Madrid. Gervasio Puerta compartió con nuestra Asociación la inauguración de la Puerta de la Memoria en 2006. Hemos hablado con él para comunicarle nuestra alegria por este homenaje.
NATALIA JUNQUERA. 15/6/08. EL PAÍS
Hace 69 años, Concha Carretero esperaba desnuda, en la tapia de un cementerio, de espaldas a una columna de hombres armados, una descarga y el tiro de gracia. "¿Ves esos bultos? Son los cuerpos de tus compañeros. Ahí va el tuyo", recuerda que le dijeron los mismos hombres que la habían desnudado y golpeado al sorprenderla quemando archivos de las Juventudes Socialistas Unificadas. Por alguna razón, no la mataron. "Me llevaron de nuevo a la cárcel de Ventas y me pegaron una paliza que me dejo 24 horas inconsciente. Cuando me desperté, las compañeras me dijeron que esa misma madrugada se habían llevado a las 13 rosas, mis amigas, para fusilarlas".
"Mientras estaba inconsciente por una paliza mataron a las 13 rosas"
Entre todos suman miles de años de cárcel. Muchos no se veían desde entonces
"Di el último abrazo a muchos compañeros antes de que los fusilaran"
"Vosotros sois la dignidad hecha carne", proclama Cándido Méndez
Carretero se recupera de la emoción. Tiene 90 años y es un día feliz, importante, para ella. "Estoy muy contenta de ver a tanto camarada suelto", dice en el homenaje a 500 ex presos del franquismo celebrado ayer en Rivas Vaciamadrid (Madrid). Le falta uno, su marido. El hombre que conoció en un baile con 14 años y que la introdujo para siempre en "la lucha". "Si lo viera entrar ahora por esa puerta, me lanzaría a él", confiesa con una mueca de nostalgia.
Es la primera vez que tantos presos del franquismo se reúnen fuera de una cárcel. Entre todos, acumulan miles de años de prisión. El que más lleva sobre las espaldas es el poeta Marcos Ana: 23. Entra en el pabellón de patinaje, a sus 88 años, como una estrella de cine, entre aplausos. Llega tarde porque viene de firmar su autobiografía en la feria del libro, y no consigue dar un paso sin que le abrace otro ex preso.
"En 23 años he hecho mucho turismo penitenciario, así que he dejado muchos amigos en muchas cárceles", justifica Ana, abrumado por tanto cariño. "Soy la triste autoridad, porque estuve preso 23 años, pero soy uno más. El recuerdo que tengo de las prisiones no es siniestro, es de fraternidad. Esta gente son mis hermanos. Estoy muy contento de verles hoy aquí, en libertad. A muchos camaradas fui yo el que les di el último abrazo antes de que se los llevaran para fusilarlos".
Gervasio Puerta, de 87 años, presidente de la Asociación de Ex Presos y Represaliados Político Antifranquistas, organizadora del acto, con el Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid, pasea impecable, de traje y corbata, por el polideportivo. Está contento, el homenaje es un éxito. En cualquier esquina, y durante toda la jornada, se repiten los abrazos y reencuentros. "Éste es uno de los momentos más importantes de mi vida. Estoy muy orgulloso y emocionado por haber podido dar este homenaje a los que lucharon por la libertad. Vamos quedando pocos", explica.
Puerta conoció la guerra a los 15 años. Batalló en todos los frentes: Teruel, Madrid, El Ebro... y pasó ocho años en prisiones. En la primera, en Sevilla, conoció a su futura esposa, una camarada a la que empezó enviando mensajes políticos en tinta sintética -"la hacíamos en la cárcel con limón. Para leer el mensaje había que echarle agua y yodo", explica- entre la ropa que a ella le tocaba lavar. "Al principio le contaba cómo estaba fuera la situación política, luego nos fuimos mandando mensajes de amor", confiesa con una sonrisa.
Los recuerdos eran duros, pero el ambiente, festivo. "Me emociona que al cabo de 70 años alguien se acuerde todavía de lo que pasamos. Esta comida es una de las mayores satisfacciones de mi vida", explica Felicidad García, de 82 años. Casi toda su familia estuvo en la cárcel. Ella no olvidará nunca el día que la detuvo el jefe de Falange de Béjar (Salamanca) junto a su padre y a sus dos hermanos. "Nos hicieron mirar mientras torturaban a mi padre y a mi hermano. Fue espantoso. El daño lo llevo aquí", dice golpeándose el corazón.
En otra mesa se habla de fútbol. Tres presos del penal de Burgos recuerdan, 44 años después de verse por última vez, los partidos que jugaban en la cárcel y las cualidades de cada preso: "¡El mejor era yo!", "¡Qué ibas a ser tú, anarquista!". Lucio de la Nava, de 68 años, está convencido de que de allí "podría haber salido un equipo grande".
Para cuando terminó la comida, una paella que a punto estuvo de no llegar a tiempo por la huelga de transportistas, ya casi nadie se acordaba de la regañina del presidente del Congreso, José Bono. Se produjo por la mañana, cuando Antonio Moya, de 58 años, comunista que salió de la prisión de Valencia el día que murió Franco, paseó la bandera republicana por la Cámara baja. "No puedo aceptar manifestaciones que no son legales en este momento. La legalidad es el único imperio, ni la comodidad ni los sentimientos más profundos", le reprendió con dureza el presidente Bono. "Decidí sacar la bandera de forma espontánea, mientras Bono hablaba de las causas que habían llevado al colectivo a la cárcel. Tuvo muy poca cintura. No entendió el momento, se puso nervioso, le salió su lado más rancio", explica Antonio Moya.
La última referencia al incidente la hizo el secretario general de UGT, Cándido Méndez. Subió a la tribuna de discursos y no quiso contenerse: "Vosotros sois la dignidad del ser humano hecha carne. ¡Los sentimientos no se pueden someter a la legalidad!". Méndez se ganó una ovación y Bono, una oleada de abucheos.
Después, se fueron a la última parada del homenaje, un concierto en su honor en el Palacio de Vista Alegre de Madrid. Víctor Manuel fue el encargado de abrirlo, con la canción Asturias. También participaron Ana Belén, Luis Eduardo Aute y Labordeta entre otros, informa Carolina Ethel. Entre banderas republicanas, Marcos Ana clamó: "¡Amigos, amigas, la lucha continúa!".
"Mientras estaba inconsciente por una paliza mataron a las 13 rosas"
Entre todos suman miles de años de cárcel. Muchos no se veían desde entonces
"Di el último abrazo a muchos compañeros antes de que los fusilaran"
"Vosotros sois la dignidad hecha carne", proclama Cándido Méndez
Carretero se recupera de la emoción. Tiene 90 años y es un día feliz, importante, para ella. "Estoy muy contenta de ver a tanto camarada suelto", dice en el homenaje a 500 ex presos del franquismo celebrado ayer en Rivas Vaciamadrid (Madrid). Le falta uno, su marido. El hombre que conoció en un baile con 14 años y que la introdujo para siempre en "la lucha". "Si lo viera entrar ahora por esa puerta, me lanzaría a él", confiesa con una mueca de nostalgia.
Es la primera vez que tantos presos del franquismo se reúnen fuera de una cárcel. Entre todos, acumulan miles de años de prisión. El que más lleva sobre las espaldas es el poeta Marcos Ana: 23. Entra en el pabellón de patinaje, a sus 88 años, como una estrella de cine, entre aplausos. Llega tarde porque viene de firmar su autobiografía en la feria del libro, y no consigue dar un paso sin que le abrace otro ex preso.
"En 23 años he hecho mucho turismo penitenciario, así que he dejado muchos amigos en muchas cárceles", justifica Ana, abrumado por tanto cariño. "Soy la triste autoridad, porque estuve preso 23 años, pero soy uno más. El recuerdo que tengo de las prisiones no es siniestro, es de fraternidad. Esta gente son mis hermanos. Estoy muy contento de verles hoy aquí, en libertad. A muchos camaradas fui yo el que les di el último abrazo antes de que se los llevaran para fusilarlos".
Gervasio Puerta, de 87 años, presidente de la Asociación de Ex Presos y Represaliados Político Antifranquistas, organizadora del acto, con el Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid, pasea impecable, de traje y corbata, por el polideportivo. Está contento, el homenaje es un éxito. En cualquier esquina, y durante toda la jornada, se repiten los abrazos y reencuentros. "Éste es uno de los momentos más importantes de mi vida. Estoy muy orgulloso y emocionado por haber podido dar este homenaje a los que lucharon por la libertad. Vamos quedando pocos", explica.
Puerta conoció la guerra a los 15 años. Batalló en todos los frentes: Teruel, Madrid, El Ebro... y pasó ocho años en prisiones. En la primera, en Sevilla, conoció a su futura esposa, una camarada a la que empezó enviando mensajes políticos en tinta sintética -"la hacíamos en la cárcel con limón. Para leer el mensaje había que echarle agua y yodo", explica- entre la ropa que a ella le tocaba lavar. "Al principio le contaba cómo estaba fuera la situación política, luego nos fuimos mandando mensajes de amor", confiesa con una sonrisa.
Los recuerdos eran duros, pero el ambiente, festivo. "Me emociona que al cabo de 70 años alguien se acuerde todavía de lo que pasamos. Esta comida es una de las mayores satisfacciones de mi vida", explica Felicidad García, de 82 años. Casi toda su familia estuvo en la cárcel. Ella no olvidará nunca el día que la detuvo el jefe de Falange de Béjar (Salamanca) junto a su padre y a sus dos hermanos. "Nos hicieron mirar mientras torturaban a mi padre y a mi hermano. Fue espantoso. El daño lo llevo aquí", dice golpeándose el corazón.
En otra mesa se habla de fútbol. Tres presos del penal de Burgos recuerdan, 44 años después de verse por última vez, los partidos que jugaban en la cárcel y las cualidades de cada preso: "¡El mejor era yo!", "¡Qué ibas a ser tú, anarquista!". Lucio de la Nava, de 68 años, está convencido de que de allí "podría haber salido un equipo grande".
Para cuando terminó la comida, una paella que a punto estuvo de no llegar a tiempo por la huelga de transportistas, ya casi nadie se acordaba de la regañina del presidente del Congreso, José Bono. Se produjo por la mañana, cuando Antonio Moya, de 58 años, comunista que salió de la prisión de Valencia el día que murió Franco, paseó la bandera republicana por la Cámara baja. "No puedo aceptar manifestaciones que no son legales en este momento. La legalidad es el único imperio, ni la comodidad ni los sentimientos más profundos", le reprendió con dureza el presidente Bono. "Decidí sacar la bandera de forma espontánea, mientras Bono hablaba de las causas que habían llevado al colectivo a la cárcel. Tuvo muy poca cintura. No entendió el momento, se puso nervioso, le salió su lado más rancio", explica Antonio Moya.
La última referencia al incidente la hizo el secretario general de UGT, Cándido Méndez. Subió a la tribuna de discursos y no quiso contenerse: "Vosotros sois la dignidad del ser humano hecha carne. ¡Los sentimientos no se pueden someter a la legalidad!". Méndez se ganó una ovación y Bono, una oleada de abucheos.
Después, se fueron a la última parada del homenaje, un concierto en su honor en el Palacio de Vista Alegre de Madrid. Víctor Manuel fue el encargado de abrirlo, con la canción Asturias. También participaron Ana Belén, Luis Eduardo Aute y Labordeta entre otros, informa Carolina Ethel. Entre banderas republicanas, Marcos Ana clamó: "¡Amigos, amigas, la lucha continúa!".
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