lunes, 13 de abril de 2009

Hemeroteca: Corrreo de Andalucía. Ayer

Luz para las 17 'rosas' de Guillena
Correoandalucia.es/ Andrea Á. Yhamá / 12.04.2009

Cuenta María José Domínguez que el día que entró en el cementerio de Gerena le faltó poco para desmayarse. Supuestamente allí, en una fosa común, reposan los restos de su abuela, junto a los de otras 16 mujeres de Guillena, que fueron vejadas y fusiladas en el inicio de la Guerra Civil. La mayoría eran campesinas y jornaleras. Sus edades iban desde los 20 hasta los 70 años. Su único crimen fue estar casadas con hombres que como tantos en la comarca y en la época estaban vinculados a la CNT. No hubo más de lo que las pudieran acusar, porque tampoco hubo acusación, ni consejo de guerra. No consiguieron de ellas ni un dato que les acercara a los hombres que buscaban “y por eso las mataron”. Es la conclusión y el relato de los pocos testimonios que los familiares que conforman la asociación 19 Mujeres para la Recuperación de la Memoria Histórica de Guillena han podido recopilar hasta ahora. En Gerena esta labor la ha realizado Gonzalo Erdugo. En uno y otro pueblo coinciden en que, aunque no hay archivos ni registros que así lo acrediten, aquello sucedió.Fue en los primeros días del mes de septiembre de 1936, cuando las tropas falangistas entraron en Guillena. Muchos huyeron o marcharon a Madrid a unirse al ejército republicano. En el pueblo, de unos 3.000 habitantes en la época, quedaron muchos, pero sobre todo mujeres y sus niños: 19 de ellas fueron apresadas y llevadas a la cárcel. Sólo se han podido confirmar 15 de sus nombres: Granada Hidalgo Garzón, Ana María Fernández Ventura, Manuela Méndez Jiménez, Trinidad López Cabeza, Manuela Lianez González, Tomasa Peinado, Ramona Manchón, Ramona Navarro, Ramona Puntas Lorenzo, Rosario León Hidalgo, Josefa Peinado, Eulogia Alanís García, Dolores Palacios Garzón, Natividad León Hidalgo y Manuela Sánchez Gandullo. Estuvieron retenidas hasta el 12 de octubre de 1936 cuando las sacaron a la calle con las cabezas rapadas para humillarlas, las pasearon por el pueblo y las llevaron a misa. Poco después –no se sabe con certeza la fecha– las montaron en un camión con destino a Gerena. El por entonces médico de Guillena, Juan Palma, en un intento desesperado por salvarlas, explicó que muchas estaban enfermas, la mayoría tenían niños y había incluso algunas embarazadas. Consiguió bajar a una que todavía daba de mamar a su bebé y la conocida como La Marcelina también dijo que su hijo, ya con 2 años y destetado hacía tiempo, se alimentaba de ella. El niño, como si supiera el destino de su madre, se aferró a su pecho. Fue su salvación. Sin embargo, la crueldad fue ilimitada con las demás. Los vecinos de Gerena que todavía viven para recordar el asesinato coinciden en que sus gritos resonaron en todo el pueblo. Manolo y María José Domínguez, nietos de una de estas “rosas de Guillena”, no quieren conocer más detalles que a su padre “le puedan causar dolor”. Sólo quieren la información que les sirva para el que es ahora su objetivo: confirmar que sus restos se encuentran en Gerena y exhumarlos para darles un entierro digno.“Mi padre se conformaba con saber que ella está allí”, relata la nieta, que, emocionada, explica cómo para él, huérfano y que quedó al cuidado de una tía, lo más importante de esta búsqueda ha sido “saber que tuvo padres, como todo el mundo”.Cuando le llevaron sus nombres –Manuela Méndez Jiménez y Manuel Domínguez Garzón– sus palabras fueron tan simples como reveladoras. “Yo sabía que yo tenía un padre y una madre”, rememora. “Llenar el vacío” que ha dejado en todos estos huérfanos, muchos de ellos ya fallecidos, y que se ha trasmitido por generaciones, es lo que les “mueve a robar el poco tiempo y medios” que tienen “para un día poder sacarlas de allí y devolverlas a Guillena”, según dicen. Y puede que ese día no quede tan lejos. En su lucha cuentan con el apoyo de las administraciones locales y la Junta de Andalucía, que anuncian que próximamente se podría llevar un georádar que confirme la existencia de la fosa común en Gerena. Un rayo de luz para las mujeres de Guillena.

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