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Todos parecen de acuerdo en el qué, reivindicar la figura de Blas Infante, pero no en el cómo. En la madrugada del 10 al 11 de agosto, entre este miércoles y jueves, se cumplen 75 años de su fusilamiento, por lo que el frenesí de homenajes (iniciado por el PSOE el sábado en un acto en solitario) entra precisamente en ebullición a partir de este miércoles. Y cada uno va por su lado. El PP celebra una ofrenda floral en el Parlamento por su cuenta. IU, otra en el kilómetro 4 de la carretera de Carmona, donde fue asesinado. La Fundación Blas Infante tiene convocado otro acto en el kilómetro 4 con la presencia de María de los Ángeles Infante, su presidenta e hija del notario. Está previsto que la Junta convoque para el jueves un homenaje institucional con presencia de los consejeros de Presidencia, Mar Moreno, y Justicia, Francisco Menacho.
Es obvio que está por venir un carrusel de parabienes sobre Blas Infante desde todo el arco político. Pero algunas voces se alzan contra lo que consideran un vaciamiento de su figura, reducida a mero símbolo recurrente. "Lo han convertido en una estatua y lo han vaciado de contenido. Está ahí, pero ni se lee ni se discute. Hace falta más que llevar flores", afirma su nieto Estanislao Naranjo, que asistirá este miércoles al homenaje independiente convocado por grupos andalucistas y de izquierdas en la plaza Jáuregui, y al que acudirá el parlamentario de IU Juan Manuel Sánchez Gordillo.
Rafael San Martín, presidente del Centro de Estudios Históricos de Andalucía, también opina que "no basta con los rótulos". "Hoy, a los que como él defienden los derechos del pueblo andaluz, se los ridiculiza", afirma. Es una idea muy extendida en el andalucismo: que el Blas Infante construido y reivindicado oficialmente es un protomártir romántico y burgués al que se han extirpado los apéndices más punzantes de su cuerpo ideológico para que su legado no arañe (ni saque los colores) a los grandes partidos.
Mentalidad avanzada
"La vena anarquista, por llamarla de algún modo, está ahí, en La dictadura pedagógica y en El ideal andaluz, pero no es lo esencial en él", afirma el historiador Manuel Medina Casado, que este miércoles tomará la palabra en el acto de la Fundación Blas Infante. "Su obsesión", añade, "era el autogobierno de Andalucía". No era independentista, recuerda Casado. Fue personaje complejo, de mentalidad avanzada, feminista y masón, interesado en la dimensión cultural de los pueblos y refractario a irracionalismos esencialistas. Un humanista, ante todo. "Quizás lo más interesante, y por ahí van a ir mis palabras, sea su enorme valor ético", añade.
El carácter poliédrico de su figura ha facilitado que cada cual arrime al ascua a su sardina. Pero hay casos extremos. Javier Arenas, presidente del PP andaluz, lleva años subrayando su "pasión andaluza, española y universal", como si el pensamiento de Blas Infante, radical en su defensa de una particularidad cultural de Andalucía que él entroncaba con el mundo musulmán, encajara en la horma de esa suerte de andalucismo españolista informe que preconiza el PP. PSOE e IU, por su parte, lo presentaron como un "indignado" en el homenaje celebrado en julio en el Parlamento. Infante, en resumen, está en el caldo político. "Cada uno va cogiendo de su pensamiento lo que más le conviene", lamenta Antonio Manuel, coautor, junto a Manuel Pimentel, de Andalucía, teoría y fundamento político, una síntesis de las ideas de Infante a través de las que se retrata como un luchador por la igualdad y la diversidad cultural. "Era un nacionalista antiestatalista", afirma Antonio Manuel.
Según coinciden todos cuantos lo han estudiado, Infante era, pese a su origen acomodado, un hombre del pueblo, humilde, entregado a la causa de las clases bajas. Ajeno a toda la pompa con que ahora se le envuelve. "Creo, y esto es una suposición, que él hubiera rechazado ese título de ‘Padre de la Patria Andaluza'", afirma el historiador Medina Casado. Antonio Manuel no cree ni siquiera que esté manipulado. "Ojalá. Simplemente se lo ignora. Sólo se estudia que lo mataron, no qué pensaba", dice.
En quienes han estudiado a Infante predomina la impresión de que alrededor de su figura abunda la propaganda pero escasea la profundidad investigadora. Quedan lagunas. Por ejemplo, hasta que la cooperativa editorial Atrapasueños no publicó Casares en la memoria no había ningún libro sobre memoria histórica del pueblo natal de Infante. Joaquín Recio, coordinador de Atrapasueños, cree que las instituciones intentan neutralizar ideas suyas como la "reivindicación de la nación en el sentido en solidario". Se borra cualquier mensaje "radical", cree Recio, porque "la bandera de la lucha andalucista ha pasado de las manifestaciones a los despachos". Y los despachos no eran el hábitat de Blas Infante.
Una sentencia de muerte pendiente del Supremo
Blas Infante fue fusilado en la madrugada del 10 al 11 de agosto de 1936 junto a al menos otras cuatro personas. El Tribunal de Responsabilidades Políticas dictó el 4 de mayo de 1940 una sentencia ‘post mórtem' que justificaba su fusilamiento por su actividad política andalucista e imponía a la familia una multa de 2.000 pesetas. Estanislao Naranjo, uno de los nietos de Infante, ha solicitado al Supremo la anulación de la sentencia. Los restos de Infante nunca han sido recuperados.
Evidentemente Blas Infante como Ser Humano, como persona física, emocional y espiritual, en aquel momento tuvo sus ideales políticos, en cuanto que la política es la que cambia el estado de la sociedad. Al igual que tantos españoles/las en su momento. Igual ocurre con García Lorca, a los dos los han mediatizado, con lo cúal están siendo explotados según convenga despúes de ser asesinados. Ningún partido político debería apoderarse de su memoria, por lo menos las familias no deberían de permitirlo, sobre todo en el caso de Infante. Al igual que otros personajes históricos que vivieron para liberar al ser humano del yugo por sus propios herman@s y de los cuales han surgido desde religiones hasta conflictos bélicos en sus nombres, lo mismo ocurre con Blas Infante. Sólo su mensaje debe prevalecer, su lucha, amor a la tierra (da igual que sea Andalucia como la conchinchina) cualquier lugar donde hubiese visto, vivido y sentido la humillación, la prepotencia del poderoso sobre el débil allí hubiese estado Blas, para defender lo que creía justo.
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