Extraido de La Voz de Marchena/ RAÚL BOCANEGRA
. Nunca hemos de alegrarnos de la muerte. La muerte no se celebra al contrario que la vida. El fallecimiento de cualquier persona debe ser un acontecimiento, como menos, tomado con respeto por el resto aunque esa persona en vida haya hecho cosas o tomado decisiones que no compartamos o que califiquemos como reprochables o incluso delictivas. La celebración de la muerte solo nos lleva a un nivel repulsivo y podría poner más de un ejemplo de esto.
Sin embargo tampoco hay que hacer bueno a todo el que muere. Manuel Fraga no fue un demócrata ni padre de nada que se parezca a la democracia. Manuel Fraga fue un destacado miembro de una dictadura que asoló España durante décadas y que supo mutar a otro sistema en el momento oportuno demostrando su capacidad de adaptación a las necesidades del momento. Podría enumerar alguna que otra frase lapidaria del gallego demostrando su poco apego por la democracia o actos que Fraga cometió en vida y por los que debería haber sido juzgado antes de encontrar la muerte pero creo que ya está todo dicho.
Así que espero que este señor descanse en paz como no pudieron hacerlo algunos a los que él mando a mejor vida cuando servía para las órdenes de aquel al que llamaba caudillo por la gracia de dios. Ese dios al que rendía pleitesía y en el que creía fervientemente. Ese dios que si al final resulta que existe y es justo pondrá a cada uno en su sitio. Al igual que lo hará la historia por mucho empeño que pongan los que se empeñan en borrar la memoria histórica. España no olvida.
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