viernes, 6 de enero de 2012

Público y la memoria histórica

Desde la asociación DIME queremos en estos momentos de incertidumbre sobre el futuro del periódico Público, mostrar nuestro agradecimiento y apoyo por la información y formación que nos ha aportado desde su nacimiento. Ánimo, adelante compañer@s...


Público.es/ Patricia Campelo

Son muchas las razones que profesionales del medio, escritores, políticos, blogueros y lectores, entre otros, utilizan desde el martes para subrayar la labor social de este medio de comunicación progresista con futuro incierto. Ésta es solo una más, la que incide en la apuesta de Público por la defensa de los derechos humanos.



La memoria es el deseo satisfecho. Carlos Fuentes

De las gazzettas venecianas del siglo XVII hasta la era digital, el periodismo ha ido reinventándose continuamente sin perder de vista, en el mejor de los casos, la frontera que constituye la labor de servicio ciudadano con sentido común y honestidad. Cuando se cierne la incertidumbre sobre el futuro de un medio escrito, muchos optan por tirar del debate: prensa escrita versus internet, pero el foco del dilema sigue oscilando entre el mal y el buen periodismo. O entre el periodismo ‘al margen’ y el periodismo militante.

Con internet llegó el cambio de paradigma en la relación de la prensa con la ciudadanía. Los medios más jóvenes han sabido entender lo que implica el nuevo vínculo del periódico con sus lectores. La creciente interacción con quienes, además de leer, participan de forma activa, contribuye a construir el altavoz social que debe ser todo medio que se precie de estar al servicio del ciudadano.

En los medios modernos se vierte la “democracia participativa” que pone fin al “oligopolio informativo que una élite profesional ha venido ejerciendo sobre un público mayoritariamente pasivo”, decía José Luis Barbería en marzo de 2010, y señalaba que sin negocio “no hay independencia económica, ni informativa”.

Esta conjugación indivisible de participación e independencia ha hecho posible secciones como Memoria Pública, que los propios lectores alimentan cada día sacudiendo el polvo a unas historias que ocurrieron hace décadas pero forman parte del presente y, al verbalizarlas, enriquecen el legado futuro.

Este proyecto de periodismo participativo lo hacen los ciudadanos que comparten las historias de la represión franquista, divulgando conocimientos que parten de aquellos que los han vivido en primera o segunda persona y que, de otra manera, no llegarían al gran público. Son los testimonios de quienes padecieron los peores episodios que sacudieron el país el siglo pasado, y merecen un hueco en las hemerotecas.

Afirmaba Marcel Proust que “a veces estamos demasiado dispuestos a creer que el presente es el único estado posible de las cosas”. Por ello, algunas publicaciones son necesarias para romper silencios e impartir justicia social a quienes no la pueden recabar de los tribunales ordinarios. Un estado democrático debería reparar a todas las personas víctimas de violaciones de derechos humanos, empezando por reconocer la categoría de estos delitos y el principio de justicia universal. Pero en España ningún Gobierno no la hecho así, o al menos no de una manera eficaz, y ello mueve al resto de actores sociales a tomar ese testigo y hacer frente a las flagrantes injusticias.

El periodismo lo hace poniéndose del lado de las víctimas y denunciando a quienes echan piedras en el camino de la reparación.

Así lo ha hecho Público desde el principio, rescatando las voces que el franquismo trató de silenciar. “Recuérdalo tú,

recuérdalo a otros”, decía el poema de Luis Cernuda ’1936′. Y para recordar que los delitos de lesa humanidad no prescriben, que la memoria configura el presente y el futuro, que los olvidados sí pueden alzar su voz y que las historias de la represión son duelos colectivos este periódico se ha servido del cine, de la poesía, de la literatura (con sus promociones), de los debates (Foro Público). Y del periodismo con todas sus herramientas: foto reportajes, charlas digitales, opinión, entrevistas, crónicas, actualidad, análisis, vídeos, especiales…

Lo anunció Saramago: “Sin memoria no existimos”. Y sin periódicos comprometidos con normalizar el debate del pasado, el presente se tornará un poco más oscuro.

1 comentario:

  1. Francisco Cortés9:44 p. m.

    Sin memoria,¿qué sería de aquellos que aún viven en el recuerdo de los suyos y esperan ser tratados como personas ... ni más, pero tampoco menos.

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