Espacio para el Encuentro y la Expresión de la Asociación Dignidad y Memoria de Marchena(Sevilla)
Tfno Asociación:658192491/615341172
e-mail: dimemarchena@gmail.com.
MUSEO DIME: Abierto todos los miércoles de 18:30 h a 20:30 h. Mañanas bajo solicitud previa.
La vida no es una linea recta que empieza y termina. Es un círculo perfecto, en un punto arranca dando origen a la existencia física. Vamos recorriendo esa linea invisible de dolores y alegrias. Cuando empezamos a cerrar el círculo, en realidad estamos volviendo al origen de donde partimos, a la niñez. Por eso dicen que las personas mayores se vuelven como niños, caprichosos, absorbentes, pero también tienen una tremenda necesidad de cariño y atención. La vuelcan sobre los hijos, queriendo que éstos sean como sus padres. Para los hijos de los fusilad@s, que salieron adelante con tanto sacrificio y esfuerzo, esa necesidad se hace aún mayor. Salen a flote las emociones como la rabia y la impotencia, preguntas ¿ por qué, por qué ? No hicieron nada malo, sólo eran buenas personas. Al final de sus días sentir que se podía hacer justicia con su memoria, con la sangre de su sangre y ver como los otros herederos, los que tuvieron calor en invierno, pan, escuelas y a sus padres y madres para cuidarlos y darles cariño, les nieguen en su vejez el recuerdo dulce de la alegría. Aceptar la muerte con la traquilidad y la paz que da la edad, la propia y la de sus antepasados, es cerrar ese círculo. Cerrar el duelo para que los recuerdos se conviertan en alegría, y dignificar la historia y la memoria de un pueblo.
La vida no es una linea recta que empieza y termina. Es un círculo perfecto, en un punto arranca dando origen a la existencia física. Vamos recorriendo esa linea invisible de dolores y alegrias. Cuando empezamos a cerrar el círculo, en realidad estamos volviendo al origen de donde partimos, a la niñez. Por eso dicen que las personas mayores se vuelven como niños, caprichosos, absorbentes, pero también tienen una tremenda necesidad de cariño y atención. La vuelcan sobre los hijos, queriendo que éstos sean como sus padres. Para los hijos de los fusilad@s, que salieron adelante con tanto sacrificio y esfuerzo, esa necesidad se hace aún mayor. Salen a flote las emociones como la rabia y la impotencia, preguntas ¿ por qué, por qué ? No hicieron nada malo, sólo eran buenas personas. Al final de sus días sentir que se podía hacer justicia con su memoria, con la sangre de su sangre y ver como los otros herederos, los que tuvieron calor en invierno, pan, escuelas y a sus padres y madres para cuidarlos y darles cariño, les nieguen en su vejez el recuerdo dulce de la alegría. Aceptar la muerte con la traquilidad y la paz que da la edad, la propia y la de sus antepasados, es cerrar ese círculo. Cerrar el duelo para que los recuerdos se conviertan en alegría, y dignificar la historia y la memoria de un pueblo.
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