Extraido de andaluces.es/OC
“La Junta tendría que denunciar al Estado cada vez que le renueva el título a Queipo de Llano”. Es un ejemplo de las aportaciones que intentará realizar la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) para mejorar el anteproyecto de ley aprobado por el Consejo de Gobierno andaluz la semana pasada. La organización, que surgió hace 14 años tras la exhumación de 13 republicanos en el Bierzo y ha colaborado desde entonces en la apertura de fosas en toda España, ha encargado un informe a distintos colectivos y juristas para analizar el texto y poder incorporar sus apreciaciones en la ley que finalmente salga del Parlamento andaluz, según explicó ayer su presidente, Emilio Silva. “En el País vasco, sin ley, se han exhumado las fosas que ha habido que exhumar, se han colocado monumentos, se han recuperado documentos, se han grabado testimonios orales de supervivientes… Lo que hace falta es decisión política”, dijo durante la última jornada del ciclo Exhumando fosas, recuperando dignidades.
Sin profundizar en el anteproyecto andaluz, a primera vista, Silva echa de menos las confiscaciones de bienes. “Uno de los testimonios que más impactaron al relator especial de la ONU fue el de una familia a la que le quitaron su casa y tuvo que vivir después en un cuarto alquilado de esa misma vivienda que era suya”, destacó. Además, duda de la viabilidad del artículo del anteproyecto que indica que las personas que localicen de forma casual restos deban informar a la Administración. “Esto es dar un tratamiento administrativo a lo que es judicial. Cuando se encuentran unos huesos hay que avisar a la Policía o al juzgado. Si no, casi sería la Administración la que cometería un delito“, reflexionó.
“Vivimos en un país donde miles de personas no se pueden morir tranquilos”, denunció
Pero lo que más preocupa del texto al presidente de la ARMH -la asociación que “revolucionó una España dormida, olvidadiza y que encumbró la transición”, según definió el presentador de la mesa, el periodista Juan Armenteros-, es la falta de carácter de urgencia sobre las exhumaciones y la insuficiente participación del tejido social en el mismo. ¿Cuántas fosas hay en Andalucía, 600? Cien años buscando a los desaparecidos. Las Administraciones funcionan con otro tiempo”, añadió, en referencia a la ausencia de memoria económica para garantizar las exhumaciones en un tiempo razonable. “La ley estatal de 2007 decía que facilitaría las cosas. ¿Eso qué significa, desearle suerte a un arqueólogo? Los derechos no se facilitan, se garantizan“, insistió. Por un lado, recordó a Ascensión Mendieta, una mujer octogenaria que ha tenido que ir a Argentina a buscar justicia; y por otro, a tantas y tantas personas que, tras recibir los restos de sus familiares, le han trasladado que ya podían morirse tranquilos. “Y vivimos en un país donde miles de personas no se pueden morir tranquilos”, denunció.
Y no lo hacen porque -expuso- las políticas de Estado no han ido dirigidas a responsabilizarse de estas víctimas, tan víctimas como las demás, sino a ocultar, a mirar hacia fuera y a generar ignorancia. Puso varios ejemplos. Una exposición en el Instituto Cervantes de Nueva York sobre la guerra civil titulada Facing Fascism -encarando el fascismo- llegó a España sin más aderezos que la guerra civil española. “Días antes de votarse la Constitución del 78, el rey se fue a México a hacerse la foto con la viuda de Azaña, Dolores Rivas. Calvo Sotelo, que sólo estuvo unos meses gobernando, también se fue a México a hacerse la foto. Felipe González tiene igualmente su instantánea con Dolores Rivas. Y Aznar no, porque la mujer ya había muerto, pero ahí está riéndose con los niños de la guerra en Rusia. Igual que Zapatero. Que también estuvo en Mauthausen, pero ningún presidente ha estado en ningún campo de concentración en España. Siempre se ha mirado fuera“, resumió Silva.
A él, el Gobierno de Aznar, le dijo que España había decidido mirar hacia el futuro: “Cuando estaba financiando con dinero público la Fundación Francisco Franco. ¿Qué pasaría si se financiara a un terrorista?”. Sobre la ignorancia, el presidente de la ARMH destacó una anécdota en la que un grupo de jóvenes confundió la Internacional con el Cara al Sol: “Se les ha preparado para no saber”.
Como algunos diputados. “Incultura democrática”, lo llama Silva. En la denuncia presentada por Ascención Mendieta contra Rafael Hernando, portavoz adjunto del PP en el Congreso, por decir que algunos se habían acordado de su padre cuando había subvenciones, pide que asista como voluntario cinco días a una exhumación: “Para que se entere qué es eso”. El propio Silva, que insistió en el mito creado de la transición, descubrió que el dueño de los camiones frigoríficos que cargaba para sacarse un dinerillo cuando estudiaba la carrera, José Carrillo, con base en Algeciras, tuvo la exclusiva durante 20 años de transportar todos los productos perecederos a las islas Canarias. Según le contó el conductor, este hombre se había casado con una hija de un ministro de Franco: “Son las fortunas ocultas”.
“El mejor homenaje a mi abuelo es incluirlo en los libros de texto”
Es España, que sigue llena de calles franquistas. “El 27 de enero es el día de las víctimas del holocausto; el 27 de junio, de las víctimas del terrorismo. Y las víctimas del franquismo siguen sin día a pesar de que lo que ocurrió fue un genocidio”. En 1936, un titular de La Voz, un periódico de Córdoba, rezaba: “Las valerosas fuerzas que luchan por España limpian de marxistas los pueblos”. “¿Acaso no es esta la definición de genocidio?“, se preguntó. El anteproyecto andaluz, que amplía el concepto de víctima, sí les dedica un día: el 14 de junio.
Silva no entiende cómo una Administración con tantas universidades, forenses, bancos de ADN… no se implica en la reparación de estos crímenes permanentes. “Sin un aprendizaje democratizador y la defensa de los derechos humanos por parte del Estado, es decir, si el Estado no investiga, no exhuma y no repara, no habrá democracia“, concluyó el nieto del otro Emilio Silva, al que recuperó de debajo de la tierra. Fue tan grande esa revolución de la que hablaba Armenteros, eliminó tanto miedo aquella primera exhumación, fue tan enorme la hazaña, que en el pueblo decían que una cosa así no podía haber ocurrido sin la ayuda de Felipe González. Silva, el de ahora, sonríe: “El mejor homenaje a mi abuelo es incluirlo en los libros de texto”.
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