miércoles, 15 de abril de 2015

Familiares de Rosendo de la Peña y Risco se unieron en Marchena para descubrir las claves de la cruenta historia de la represión y asesinato de este maestro de la época republicana

Extraido de La Voz de Marchena/ Victor Martín

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Hoy se cumplen 84 años de la proclamación de la II República en España. Poco duró el sueño de una democracia que tendría que esperar más de 40 años tras apenas cinco de vida. Durante ellos, se abrieron numerosas escuelas públicas extendiendo la educación a las zonas rurales y a capas de la población desfavorecidas y prácticamente analfabetas. Rosendo de la Peña sería asesinado el 24 de agosto de 1936, en cumplimiento de Bandos Militares que instaban a 'vigilar' a los 'desafectos al Movimiento Nacional' en el sector de la enseñanza, como en muchos otros. Sus familiares, a los que atendieron Javier Gavira Gil y Francisco Javier Segovia en representación de la asociación DIME, han conocido de esta historia casi 80 años después, pues el silencio y el miedo le privaron de saber las verdaderas causas de la 'desaparición' de Rosendo de la Peña, maestro asesinado el mismo día que el maestro Santos Ruano Mediavilla que da nombre a la Avenida y su amigo el artista José Montes de Torres, así denominada la calle del pabellón cubierto. 
Los familiares visitaron por primera vez Marchena tras contactos mantenidos con Javier Gavira Gil, socio fundador de la Asociación Dignidad y Memoria de nuestra localidad, al que llegaron a partir de 'palos de ciego' dados a raíz de la búsqueda de las razones de la muerte de Rosendo de la Peña, un familiar del que habían escuchado hablar muy poco, y sobre el que había un misterio que con el paso de mucho tiempo, demasiado tiempo, van descubriendo.
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Rosendo de la Peña y Risco, natural de Zafra (Badajoz), ejerció durante la II República en la escuela pública ubicada en el edificio de San Jerónimo, mismo lugar que el actual centro de Servicios Sociales del Ayuntamiento de nuestra localidad, en esta época ilusionante de apertura de la Educación a capas sociales absolutamente apartadas de ella durante siglos en España, más aún en las zonas rurales como Marchena.
Con el estallido de la Guerra Civil en verano de 1936, se emprendió una caza y captura de 'desafectos' al Movimiento Nacional que afectó en Marchena a municipales, barrenderos, secretarios, bibliotecarios, relojeros...siendo expulsados de sus puestos de trabajo un total de 60, y siendo sustituidos por adeptos al Movimiento Nacional, según indica en su obra 'La Guerra Civil en Marchena 1936-1939. En busca de una historia oculta', Javier Gavira Gil.
En el campo de la enseñanza, el ostracismo, la suspensión de empleo y sueldo, la inhabilitación, fueron distintas drásticas medidas que se fueron tomando de manera fulminante y rápida, llegando incluso a pagar con su vida varios maestros el 'delito' de haber formado a niños y niñas para ejercer una ciudadanía en libertad y democracia.
La orden de Vigilancia para que los cargos de la enseñanza respondieran a la conveniencia nacional, de 19 de agosto firmada por el Jefe de Sección Administrativa Primera de la zona, y con el ambiente amenazante desde que el militar Pérez Colmenar (siguiendo órdenes de Queipo de Llano) señalara que serían "pasadas por las armas" todas las personas de cualquier gremio en el que se sucediera huelga o 'abandono' además de un número de "individuos discrecionalmente elegidos", fue la antesala del asesinato del maestro Santos Ruano y su amigo el artista José Montes de Torres, así como del caso que nos ocupa, Rosendo de la Peña y Risco, todos ellos asesinados el 24 de agosto de 1936, acusados de marxismo y desafección al Movimiento Nacional, o en caso de las maestras Purificación Pellejero y Purificación Altuna (la primera llega a firmar la orden de separación de la enseñamza y la segunda tiene la 'suerte' de estar en vacaciones en la zona 'roja' de Guipuzcoa de donde procedía), de ausencia durante el Alzamiento Nacional e ideología socialista, como se recoge en informe al Gobernador ya muertos los referidos asesinados, por parte del comandante en plaza Ildelfonso Carmona Hidalgo.
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Las cartas con acuse de recibo que envía en los primeros días de septiembre a los asesinados el alcalde de Marchena José Montero Góngora, con el cínico "Dios lo guarde muchos años", y los documentos del Ordenanza en los que señala que "no se ha podido firmar por haber desaparecido el interesado", dan muestras de a qué punto llegaba la crueldad de los nuevos mandamases franquistas. Otros muchos maestros y maestras perderían su plaza o serían obligados a trasladarse y en octubre del mismo 1936 llegaría una anecdótica carta del servicio de Meteorología preguntando por Don Rosendo a las autoridades, pues era el encargado de ofrecer los datos meteorológicos de nuestra localidad.
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Todos estos pormenores vienen reflejados en el gran panel que le tiene dedicado DIME en su sede a los maestros, en una sede que recoge una amplia documentación sobre la época y que es historia reciente de Marchena, pero también de muchas familias de quienes no siendo naturales de nuestro pueblo, aquí perdieron la vida por la democracia y la libertad.
Con gran atención visitaron la sede de DIME, observando de primera mano la extensa información de tantos sucesos de la época que se recogen o resumen en el lugar.
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Vinieron varios familiares directos de Rosendo de la Peña: Pilar de la Peña Muñoz y José Eduardo de la Peña Muñoz, nietos de Rosendo, hijos de Eduardo (uno de los hijos de Rosendo) y a su vez el biznieto Ángel Gómez de la Peña, hijo de Pilar. Todos ellos viven en Camas, pues Eduardo haría vida en Sevilla después de que la viuda de Rosendo, Pilar Romero, volviera a Alájar (Huelva) y sus hijos fueran criados por la falta de recursos económicos por varios familiares en el pueblo y poco a poco tomaran rumbo a distintos destinos como Brasil, Alemania (allí fallecería su viuda que también emigró) y a Vincenza en Italia, actualmente permaneciendo sólo dos en España, concretamente en Aracena y Torremolinos al ir volviendo a nuestro país algunos de ellos.
La desintegración familiar causada por la guerra parecía un obstáculo prácticamente insalvable, unidos a los 40 años de dictadura y a una etapa democrática en la que ha prevalecido fundamentalmente la tesis de 'no remover la historia', para que los familiares dieran con la verdadera historia de Rosendo de la Peña, que en el momento de su fallecimiento dejó cuatro hijos de entre 2 y 13 años en este mundo.
Es ahí, recientemente, hace apenas un año cuando María del Mar Rossell García, periodista que desempeña su profesión en Madrid y natural de Salamanca, envía a su prima Charo Hernández Rossell, maestra muy vinculada también a Cruz Roja y afincada en Bilbao, un documento de una página web sobre Antonio Machado en el que se cita a Rosendo de la Peña por un parentesco con el famoso escritor, cayendo en la cuenta de que a quien se hace mención, debe ser su familiar. 
La abuela de Charo y Eduardo, el padre de José y Pilar de la Peña, eran hermanos, de forma que esta sobrina-nieta de Rosendo de la Peña, animada por el descubrimiento de su prima María del Mar (la periodista, que a su vez realiza una exitosa labor de búsqueda en internet de los familiares residentes en Camas), dan lugar a que todos se pongan en contacto, siendo la primera vez que se ven entre sí una parte y otra de la familia, en Marchena, el pasado viernes.
"Los sentimientos que te generan esta tremenda historia me lanzaron a buscar a mis primos", expresaba Charo en la reunión mantenida en la sede de DIME, donde por fin podían acceder a documentación de primera mano que guarda Javier Gavira y de la que entregó copias a la familia, para de alguna manera restituir en cierta forma la memoria que ha sido pisoteada durante la dictadura y nunca suficientemente levantada en democracia.
Charo expresaba que "en Marchena se ha portado todo el mundo fenomenal", pues en primer lugar "en los archivos históricos de militares y de cárceles de Madrid nos dijeron que aquello ya no funcionaba y las personas que se encargaban de llevar el tema iban pero no tenían ya financiación y estaba el tema muy parado, en definitiva, por lo que al no tener éxito en esta búsqueda, pensamos que si en Marchena habían matado a nuestro tío, tendríamos que ver allí, y enseguida hubo una luz maravillosa que nos atendió al teléfono en la Biblioteca, muy amable (Ramón Ramos) y que cuando estás perdida lo agradeces muchísimo", afirma, habiendo compuestos los eslabones a través de la ayuda inestimable de José María Díaz Luque, historiador local y volcado también con la Memoria Histórica, y el propio Javier Gavira, con quien han mantenido numerosas conversaciones telefónicas y a quien no paraba de expresarle "siempre has sido muy cercano, gracias Javier".
Los expedientes de la Comisión Depuradora de los maestros y maestras fueron solicitados en el Archivo General de Alcalá de Henares por Díaz Luque, recordando Javier Gavira que todas estas cazas de brujas venían firmadas con 'hombres de bien como el alcalde, Guardia Civil y cura del pueblo', que ejercían obedientes al Movimiento Nacional poniendo en las pistas de maestros, maestras y tantos otros hombres y mujeres 'desafectos' al Golpe de Estado en otros tantos ámbitos.
José y Pilar, nietos de Rosendo de la Peña, destacaban que su padre, Eduardo (fallecido hace ya más de veinte años) "no nos habló casi nunca" de su abuelo, siendo aún bastante difusas las causas de ello, y siempre con el miedo a la represión como telón de fondo, pues "lo debió pasar mal", afirman, si bien fue el único que no emigró finalmente. 
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Pilar, que recibió la llamada de Charo presentándose y contándole quién era, pues no se conocían ("me temblaba la voz", dice emocionada Charo), llamó de inmediato a su tía Ana, hija de Rosendo de la Peña y que "no sabía tampoco nada", extendiéndose poco a poco la emoción entre los hijos de Rosendo, muchos de ellos en vida entre los 80 y muchos y 90 y pocos años de edad, si bien por estar en el extranjero aún, como Dafrosa en Alemania, o razones de la propia edad, no han podido viajar a Marchena.
Charo, que explica que conoció a varios familiares de Rosendo (su tía Vicenta estaba casado con Manuel de la Peña, sobrino del maestro), siempre escuchó de Rosendo testimonios que hablan de una persona "buenísima, muy culta y agradable", calificativos que Javier Gavira refrenda de testimonios orales de la propia Marchena, antiguos alumnos que "con 6 años de edad que tenían en aquellas fechas, y lo han mantenido en su memoria durante tanto tiempo hablando de él como una figura maravillosa, al igual que de Santos Ruano".
Añade Gavira que "es más que necesaria la recuperación de la memoria, hubo una primera generación que no supo nada, a la segunda se le aplicó la mordaza y la tercera navega aún por el desconocimiento". De hecho, el biznieto de Rosendo, Ángel Gómez de la Peña (hijo de Pilar), destaca que la conversación sobre Rosendo "siempre fue tema un poco tabú, hablaban más mis tías entre ellas pero mi abuelo debió sufrir mucho y ni mi madre ni sus hermanos han podido saber demasiado, la verdad es que me da pena que seguramente mi abuelo no supiera de lo que pasó de su padre y no pudiera volver aquí a Marchena, aunque sí fue alguna vez a Morón", otro de los destinos de Rosendo.
Una vez abandonada la sede de DIME, los familiares asistieron a la escuela de San Jerónimo, contándonos José de la Peña (nieto de Rosendo) que ha tenido constancia de que en la Pañoleta, entrada a Sevilla famosa por la cruenta represión al colectivo minero, ha habido personas que no han respetado los homenajes que se les han dado por parte de colectivos memorialistas, "tirando los ramos de flores y banderas republicanas" que se habían depositado en el lugar, dando cuenta así de que el camino de la recuperación de la dignidad de las víctimas, no está siendo fácil.
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Ya en la fachada de San Jerónimo se da fe de la existencia del colegio público y su patio aún guarda cierta similitud, dentro de los cambios del paso del tiempo, con el lugar donde Rosendo de la Peña impartía sus clases en una época de ilusión, entusiasmo, aprendizaje y vías de progreso en una España y en una Marchena que se quedaron en el camino por el Golpe de Estado.
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Asimismo, visitaron para terminar el monumento a los represaliados, donde se encuentra su nombre entre los 200 aproximadamente identificados como fusilados o asesinados en aquel negro verano de 1936 y cerca del cual se encuentra la fosa común donde fueron depositados sin entierro digno.
Al menos en Marchena, gracias al impresionante trabajo de DIME y de algunos investigadores locales, algunos de los familiares de estas víctimas del fascismo, pueden recomponer puzzles que les han mantenido rotos, empezar a encajar las piezas y lograr un pequeño reencuentro emocional con sus raíces.
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