La ciencia desvela un fenómeno de enorme valor. El olvido como estrategia para cometer atrocidades y no sufrir por ello. Porque lo seres humanos estamos predispuestos a la compasión, cualquier falta supone el quebranto de nuestro ser interno y sufrimiento. Pero la ciencia ha descubierto que no es tan difícil enmascararse ante esta exigencia moral: olvidar rápido. Y para ello lo mejor es recrear la situación donde se produjo la injusticia, disfrazarlo todo de hecho anecdótico y someterla a olvido por razones de eficacia mental, para no ocuparse de esas naderías. Porque la conciencia de haber cometido una injusticia duele, todo aquél que comete injusticia tiende a negarlo, empequeñecer el hecho y a renunciar a refrescar lo sucedido negando los datos objetivos y refutando el que se pueda poner imagen a la tragedia.
Por eso aquí en España los herederos de los que cometieron la injusticia de arrebatar la vida a sus compatriotas, ante los que primero se habían revelado y luego habían exorcizado condenándoles a no disponer siquiera de un lugar donde reposar eternamente, sienten pavor ante la sola idea de dar cumplimiento a la ley de memoria histórica que no exige castigo alguno sino solo reconocimiento. No es por una cuestión ideológica, es por una cuestión moral, porque saben que por cada fosa que se exhuma, un dolor indefinido recorre sus miembros. Porque por cada una de las eliminaciones de registros de calles o plazas, la verdad de lo ocurrido sale del claroscuro y llena la conciencia de imágenes que tienen la capacidad de corroer el alma.
Pero para eso hay que tener alma, y lo más aconsejable para esos individuos que se benefician de la injusticia histórica es neutralizar la memoria, sea tratando de ridiculizarla como hace el perverso Rafael Hernando o infantilizándola como hace el cachorro ignorante de las nuevas generaciones de Galicia Diego Gago.
Por eso se niegan a ninguna concesión, por eso tratan de evitar rememoranza de ningún tipo. No les importa asumir un colapso nacional, ni barbaridades colectivas. Cualquier cosa aceptarían siempre que ello no devuelva a sus miradas la imagen de alguien muy próximo descerrajando un disparo sobre una persona inocente e inerme y arrojándola a una cuneta.
Artículo completo de Emilio Jurado en nuevatribuna.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario