Los falangistas acudieron como cada noche a casa de Isaac Cabo para detenerlo por ser un sindicalista buscado. Su mujer Jerónima Blanco, embarazada de 6 meses, y su hijo Fernando aseguraron que no estaba desde el interior del hogar. A las tres de la mañana, los pistoleros perdieron la paciencia y rompieron la puerta a culatazos de fusil. Sacaron a la calle a Jerónima y la asesinaron a tiros. “La vecina de enfrente pudo verlo todo a través de la ventana y siempre me contó cómo al niño lo tiraban al aire y lo tiroteaban como si fuera tiro al plato”, relata Abel, el sobrino nieto de Jerónima.
La fuente principal con la que ha contado Abel para recuperar los detalles de la muerte de Jerónima ha sido la memoria de su abuela Amalia y los recuerdos de la vecina que presenció la masacre. “El único que ha intentado hacer algo en este país para saber qué pasó ha sido el juez Baltasar Garzón y mira los palos que le están cayendo”, señala el familiar.
Tras el archivo del juzgado de Ponferrada, Abel se puso en contacto con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) para tratar de exhumar los cuerpos de Jerónima y Fernando. “Estaban en la parte de atrás de la finca donde estaba la casa donde los mataron. Recuperamos incluso la medallina del niño”, cuenta.
La ARMH entregó los restos analizados genéticamente de Jerónima y Fernando a la familia de Abel el pasado febrero. “Una semana después del entierro, como si fuera el destino, murió mi abuela Amalia, que pidió que la enterráramos con Jerónima y el niño. Y eso hemos hecho”, explica Abel.
El único homenaje público que recibieron estas víctimas fue una calle en León con su nombre. La calle de Jerónima Blanco y Fernando Cabo está situada en la misma vía de la ciudad donde fueron fusiladas miles de personas durante la represión desatada tras el golpe de Estado de 1936. Entre los que murieron allí está registrada la muerte del capitán
Lozano, abuelo del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que se mantuvo fiel a la legalidad republicana. Abel lamenta que el Ayuntamiento de Ponferrada (PP), donde está el lugar del delito, no contribuyera al homenaje.
Incluido en el reportaje de Pere Rusiñol, Diego Barcala y Ángel Munárriz publicado en la edición de Público del 30 de mayo de 2010
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