jueves, 26 de noviembre de 2009

TRIBUNA: LUCES Y SOMBRAS DE LA MEMORIA HISTÓRICA.


Tribuna: Luces y sombras de la Memoria Histórica.

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Por Cecilio Gordillo coordinador del Grupo de Trabajo “Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía” (CGT.A)


Hace algo más de una década irrumpió, también en Sevilla, un fenómeno social que se dio a conocer como la “Memoria Histórica” que ha provocado una conmoción política, jurídica, académica, a la que los medios le ha prestado una buena cobertura informativa. Pone el foco sobre nuestro pasado más reciente, el golpe de estado de julio del 36 y la posterior dictadura, resaltando sus manipulaciones y silencios. Pero también apunta a la transición política y la forma de zanjar sus responsabilidades un régimen que cometió tantos actos de barbarie que van contra los derechos humanos, y que unos años después fueron calificados como crímenes contra la humanidad. Es decir, una peculiar ley de “punto final” (Ley de Amnistía, 1977) que ha garantizado en la práctica el “atado y bien atado”, y que aún tienen muchos defensores.La falta de respuesta en los libros de Historia (ese periodo quedó casi erradicado de su ámbito de pensamiento, enseñanza e investigación) provocó que la generación de los nietos acabara preguntando, recurriendo a “la Memoria” de los testigos y víctimas, para poner sobre la mesa decenas de miles de desaparecidos y asesinados, varios cientos de miles de encarcelados, medio millón largo de exiliados, depurados, expoliados de sus bienes, y un largo etcétera de humillaciones, que la clase política no acaba de asumir como una tragedia que requiere algo más que buenas palabras. Y en eso quedó la resolución unánime del Parlamento de Andalucía (1999) sobre, la creación del Banco Audiovisual para la Memoria Social de Andalucía que el Gobierno no se atreve a ejecutar.Verdad, justicia y reparación sintetiza las aspiraciones de este movimiento que cada vez aglutina a más personas y colaboradores en todos los ámbitos. En Sevilla, tuvo uno de sus momentos más importante, cuando se presentaron públicamente (2002), los primeros resultados de las investigaciones en torno al Canal de los Presos, proponiéndose la construcción de un memorial en Los Merinales para recoger toda la información y experiencias reunidas sobre el trabajo esclavo. Los gobiernos implicados (Dos Hermanas y Junta de Andalucía) no terminan de cumplir el compromiso –ratificado por 23 entidades, instituciones y organizaciones– para constituir una fundación que lleve a cabo el proyecto.Incluso los grandes números de tanta barbarie son desconocidos en todas sus dimensiones (ya se encargó el régimen de no dejar huella, por ejemplo en los Registros Civiles). La iniciativa www.todoslosnombres.org al poner en común todos los datos conocidos sobre la represión, está dando una idea de la verdadera dimensión de la represión franquista, tratando de identificar todos los nombres, y rostros, de esas miles de víctimas. Todo ello con un precario apoyo institucional (unas veces la Junta, otras el Ministerio de la Presidencia), pero el valor social de su trabajo ha quedado demostrado cuando aportó a la Audiencia Nacional la mayor relación documentada de asesinados/fusilados de toda España (22.400). Un año después esta cantidad se eleva a 30.000, gracias a la colaboración de más de dos centenares de personas. La mayoría de la información que falta sigue en los cajones de los despachos de muchos Alcaldes, Consejeros, Archivos Públicos, inaccesibles en muchos casos para los investigadores y las familias que lo demandan.Una de las preocupaciones más señaladas es la exhumación de las fosas comunes. Antes hay que recordar que de 1979 a 1983 se abrieron más fosas –la mayoría de ellas por parte de las administraciones- que en los últimos diez años, sin que entonces se esgrimiera el argumento de “abrir viejas heridas”. El caso más espectacular, por el número de exhumados, es la del cementerio de Constantina: propiedad de la iglesia, por parte del IRYDA con cargo a los fondos del entonces empleo comunitario. La diferencia con las intervenciones actuales es que aquellas se hicieron casi clandestinamente y sin medios técnicos. Ahora hay un método científico, el proceso es público y todo queda documentado.La Junta ha intervenido, a regañadientes, en exhumaciones desde 2003, con una paralización importante cuando Zapatero gana las elecciones (2004) reenganchándose y cobijándose en 2005 tras la figura de un Comisario sin presupuesto ni recursos humanos y con las manos atadas, recurriendo a las asociaciones para realizar el mapa de fosas y no a los responsables municipales de los cementerios o la Guardia Civil, que son los que realmente tienen información sobre su ubicación y el estado actual. Es decir, que la Junta ha intervenido siempre forzada por la presión de las familias y asociaciones, como en El Bosque (2004-2005), la búsqueda –sin resultados- en Guillena (2005), La Puebla de Cazalla (2008-2009) y la importantísima y, muy especial por múltiples razones, de Málaga (2006-2009). Ahora se vislumbra un cambio de actitud con la apuesta por “la fosa de Lorca”, que tiene asegurada su rentabilidad mediática, aunque el Protocolo de Exhumaciones está haciendo aguas a los pocos días de su entrada en vigor. Ante la importancia del caso, nosotros nos hemos personado en el procedimiento para evitar que quien no tiene familia biológica, Joaquín (Juan) Arcollas, termine sin más en el osario del cementerio de Alfacar. En Sevilla, el Ayuntamiento inició una marcha interesante en el año 2000 instalando en el cementerio un monumento –aunque sin nombres– en homenaje a los cerca de 4.000 fusilados que yacen en las fosas comunes del cementerio, aunque nos alarma que se pueda construir sobre ellas. Un insulto intolerable gobernando quienes gobiernan.En Andalucía, por lo tanto, hemos sido pioneros en abrir las ventanas para que entre un aire más respirable y que las raíces de la democracia profundicen, pero la clase gobernante nos están dejando claro que su única intención es dilatar la cuestión teniéndonos entretenido con promesas, excusas y algunas pequeñas concesiones (subvenciones económicas que ni siquiera controlan en su ejecución, ni ponen en común sus resultados) para dar la impresión de que se están moviendo. Pura retórica. Más aún cuando, con frecuencia, es argumento en la oposición, pero cae en el olvido cuando se está en el poder. Se podrá decir con palabras más suaves o correctas, pero la cuestión de fondo es la misma: las víctimas y el movimiento memorialista estamos profundamente decepcionados por la acción e inacción de las instituciones, salvo honrosas excepciones, debido más a personas concretas que a sus organizaciones.

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