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Hace poco más de una semana falleció en París Raymond Aubrac, uno de los personajes más importantes de la resistencia francesa contra la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial. El presidente Sarkozy le rindió homenaje y, en su discurso, dijo de Aubrac que fue "un héroe en la sombra que contribuyó a salvar el honor de Francia". Justo ayer se cumplieron 49 años del fusilamiento de Julián Grimau, dirigente comunista condenado por la dictadura franquista tras un proceso sin pruebas acusatorias de unos presuntos delitos ocurridos durante la Guerra Civil. No hubo ni homenaje ni discurso. Ni este año ni los anteriores. "Aquí no se recuerda, y hay que recordar", ha denunciado el magistrado de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional Ramón Sáez tras el aplauso general de los asistentes al primer congreso de víctimas del franquismo, que se celebra este fin de semana en Rivas-Vaciamadrid.
"En este país se ha impuesto la ley del silencio y cuando se impone el silencio, ese país corre el riesgo de descomponerse", ha advertido al inicio de las conferencias el jurista José Antonio Martín Pallín. Ex fiscal del Tribunal Supremo y magistrado emérito del mismo, Pallín ha denunciado que "los jueces de este país desempeñan un papel antidemocrático, se burlan de la ley y las víctimas y lo hacen por miedo".
El congreso, organizado por la Federación Estatal de Foros para la Memoria y la Cátedra de Memoria Histórica del siglo XX de la Universidad Complutense de Madrid, reúne en el Ayuntamiento de Rivas a historiadores, juristas y víctimas de la dictadura con el objetivo de reclamar "verdad, reparación y justicia" para los represaliados del franquismo.
Espinosa: "Decir que hubo dos bandos es un auténtico despropósito" El concepto de víctima ha sido el centro del primer debate del congreso. El catedrático de Historia en la Universidad de Valencia Pedro Ruiz Torres ha destacado que, por primera vez en la historia de España, las víctimas "invaden el espacio público" porque no forman parte de un pasado histórico, sino de un pasado "todavía presente, terrible y perturbador al que seguimos unidos". Por todo ello ha destacado la importancia de "preservar la memoria pública" porque es un elemento clave para "exigir que se haga justicia y que se instaure la igualdad entre los seres humanos".
Ramón Sáez, que apoyó las investigaciones del juez Baltasar Garzón sobre los crímenes franquistas, ha apelado a la "antropología del dolor" para hacer emerger a los que fueron combatientes y hoy son víctimas, porque ellos "tienen un conocimiento verdadero del rostro de la dictadura, de cómo se comportaban las instituciones, la iglesia. Son testigos de todo esto y no podemos prescindir de su conocimiento", ha aseverado.
Ante el empeño de la sociedad, según Sáez, por "silenciar la violencia sistemática y objetiva", como la que sufrieron los represaliados de la dictadura, o la que hoy provocan "muertes por hambre o por miseria", es urgente "hacer justiciable al Estado", ha añadido el jurista, que ha denunciado la "incapacidad del sistema político, judicial y del estado democrático para reconocer la violencia del pasado y los hechos criminales".
La amnistía como estrategia de olvido
En las primeras ponencias del congreso también se ha hablado del olvido. Del olvido de la historia y de las víctimas. "Ya no se recuerda que la guerra civil empezó por un salvaje golpe militar, se olvida que la violencia del que agrede no es comparable a la violencia del que se defiende, no hubo dos bandos", ha reivindicado el doctor en Historia Francisco Espinosa. Coordinador científico del proyecto Todos los nombres, Espinosa ha advertido: "Plantear que todos fueron iguales es un auténtico despropósito sólo explicable desde el deseo de no criminalizar más el franquismo que la República". Otra de las piezas fundamentales de la estrategia del olvido, según él, es la amnistía, que "todavía actúa como muro de contención de cualquier intento de enjuiciar el dictadura".
El congreso abordará también la causa de los niños perdidos del franquismo y mañana contará con los testimonios de Carlota Leret, hija de quien posiblemente fue el primer fusilado en la Guerra Civi, y Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.
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