lunes, 6 de septiembre de 2010
LOS MERINALES, ESCLAVOS SIN HUELLA
De diario El Mundo/ Eduardo del Campo
El pasado 18 de julio, LXXIV aniversario del golpe que desató la Guerra Civil, Arístides Pedraza y su compañera se citaron al mediodía con Cecilio Gordillo. Querían que les guiara en la visita a un lugar muy especial, situado en la margen derecha de la carretera N-IV sentido Cádiz, entre Bellavista y la lujosa urbanización de La Motilla, en el término del municipio sevillano de Dos Hermanas. Venían de Suiza y querían ver el lugar donde el padre de Arístides, el maestro Antonio Pedraza, de Nerva (Huelva), había sufrido trabajos forzados, como mano de obra gratuita, como perdedor, como esclavo. Un destino que compartió con decenas de miles de presos políticos más en toda España, de ellos entre 7.000 y 10.000 en la provincia de Sevilla.
Quién sabe si alguno de los hombres que aparecen en esas fotos cavando a pico y pala el Canal del Bajo Guadalquivir, el Canal de los Presos, cuyos 159 kilómetros entre Peñaflor y Lebrija permitieron convertir en regadíos unas 80.000 hectáreas de secano y enriquecer aún más a grandes familias terratenientes, era su padre, cuyas huellas venía buscando.
Pero al recorrer el terreno sintieron asombro e indignación, recuerda hoy Cecilio Gordillo, coordinador del grupo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía del sindicato anarquista CGT. Porque, al contrario que en otros Lager y campos del nazismo y el estalinismo, preservados como prueba y recuerdo del horror que encerraron, en el campo de concentración para trabajos forzados de Los Merinales, oficialmente Colonia Penitenciaria Militarizada, las escasas ruinas que sobresalen entre los rastrojos permanecen sin señalizar, invisibles, abandonadas y expuestas a la erosión del olvido y al desprecio ignorante de los que vierten escombros o, como bajo ese eucalipto, un montón de neumáticos.
El hijo del preso le preguntó a su guía: «¿Cuánto dinero aportaron esos miles de presos a la economía de Sevilla y Dos Hermanas durante 22 años? ¿Ni siquiera se puede poner un cartel en condiciones, o una valla para impedir que tiren basura?». La CGT, de momento, ha pedido a la Junta que lo declare Bien de Interés Cultural y construya un museo.
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