Familiares de víctimas del franquismo recuerdan con su testimonio la necesidad de que se haga justicia con todos ellos
Público.es/PATRICIA CAMPELO Ponferrada 25/10/2010
"Vinieron a buscar a mi padre un 23 de octubre de 1936 y siete días después lo 'pasearon' sin celebrar ningún juicio". A Laureano Marcos (77 años) aún le tiembla la voz cuando recuerda el trágico final que tuvieron las vidas de su padre, Higinio Marcos Pérez y de su hermano, Feliciano Marcos Brasa. Higinio fue detenido por presidir la Sociedad de Trabajadores de la Tierra, adscrita a la UGT. Feliciano tenía 19 años y dirigía las Juventudes Socialistas de su pueblo, Destriana (León).
Tras su fusilamiento fueron abandonados en una cuneta, el padre en Brazuelo y el hijo en Pinilla de la Valdería. Sus cuerpos fueron exhumados e identificados en 2008. Ayer, Laureano quiso sumarse a las celebraciones por el décimo aniversario de la Asociación para la recuperación de la Memoria Histórica, entidad que le ayudó a localizar a sus familiares y constatar con su testimonio la necesidad que tienen las familias de localizar a sus seres queridos, darles una sepultura digna y que se conozca la verdad sobre lo que les sucedió.
Los padres de Ángel y Laureano estaban afiliados al sindicato de Trabajadores de la Tierra
Ángel Pérez (76 años), que también celebró "el paso tan importante que se está dando hoy recordando lo que pasó", según contó a Público.es, no ha podido localizar a su padre, el cual, por lo que le han contado testigos de la época, "es muy posible que esté en un punto de la Nacional 120 que va de Astorga a León" pero tras la ampliación de los márgenes de la carretera hace años "debió quedar ahí enterrado y ahora es más difícil localizarle", contó Ángel quien no ceja en su empeño por continuar la búsqueda de su progenitor, Melchor Pérez Vidales, socialista, preso en la cárcel de Destriana el 10 de septiembre de 1936 y paseado al día siguiente. "Tenía 32 años cuando fue asesinado", rememora.
Ambos coinciden en la decepción que vivieron cuando llegó la democracia y vieron que sus anhelos por localizar a sus familiares no se tradujeron en una solución efectiva. "La sociedad española no puede tener una verdadera democracia hasta que no se saquen todos los muertos de las cunetas", sentenció Ángel.
La historia del padre y hermano de Laureano y del padre de Ángel es una más de las miles que aún quedan por resolver. José Cabañas González es el autor del libro, La Bañeza 1936, la vorágine de julio, (Lobo Sapiens), una obra de investigación que incluye cientos de casos similares al de Higinio, Feliciano o Melchor, documentados con ayuda de testimonios de la época y su trabajo en archivos, registros y bibliotecas. "Fue un trabajo muy laborioso", reconoce el autor, empleado público en Ourense, sobre la que ha sido su primera obra.
El pasado mes de junio, la Plataforma contra la impunidad del franquismo elaboró unos vídeos en los que diferentes actores contaban en primera persona el testimonio de un grupo de víctimas asesinadas. Entre ellos, el actor Juan Diego puso rostro y voz a la historia de Feliciano Marcos.
Placa homenaje
El 24 de octubre de 2000 aparecían los restos de Emilio Silva Faba al borde de una cuneta en la nacional 536 a la entrada de Priaranza del Bierzo (León). Con él, se rescataron los cuerpos de otras 12 víctimas de la represión franquista en unos trabajos de exhumación que habían empezado tres días antes. Ayer, en ese mismo punto del camino donde se recuperaron los cuerpos de los trece de Priaranza, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) inauguró una placa conmemorativa con la que recordar "que aquí nació el silencio y aquí se murió el silencio", en palabras del presidente de la asociación, Emilio Silva Barrera, nieto de uno de los asesinados.
"Abrimos mucho más que una fosa", indicó Santiago Macías, vicepresidente de la ARMH, para enfatizar cómo se fue abriendo paso la verdad desde aquella primera exhumación con métodos científicos: "Comenzamos a hacer agujeros en el silencio".
Numerosos familiares de víctimas, amigos y voluntarios de la asociación quisieron sumarse al acto en el que la violonchelista Belén Guerra interpretó, ‘El canto de los pájaros', de Pablo Casals. De esta manera se ponía fin a una celebración que durante dos días ha hecho balance de la última década de exhumaciones con la ayuda de los profesionales que han trabajado en las fosas de la represión franquista.
La placa recordará el lugar donde el franquismo trató de ocultar durante 64 años a los trece civiles republicanos cuya exhumación dio lugar al nacimiento de la ARMH. "Su dignidad y tragedia deben formar parte de nuestra memoria", figura en el grabado.
La historia de los 13 de Priaranza es la de los miles de desaparecidos cuyos familiares aún esperar encontrar, desenterrar y dar una sepultura digna. Durante el pasado fin de semana se ha recordado la necesidad de poner rostro a las víctimas de la injusticia. "Es fundamental que estas historias se conozcan, no basta con desenterrarlas", insistía Vicent Navarro, catedrático de Políticas Públicas en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, ya que "para entender a los vivos hay que desenterrar a los muertos e investigar sus asesinatos".
"Vinieron a buscar a mi padre un 23 de octubre de 1936 y siete días después lo 'pasearon' sin celebrar ningún juicio". A Laureano Marcos (77 años) aún le tiembla la voz cuando recuerda el trágico final que tuvieron las vidas de su padre, Higinio Marcos Pérez y de su hermano, Feliciano Marcos Brasa. Higinio fue detenido por presidir la Sociedad de Trabajadores de la Tierra, adscrita a la UGT. Feliciano tenía 19 años y dirigía las Juventudes Socialistas de su pueblo, Destriana (León).
Tras su fusilamiento fueron abandonados en una cuneta, el padre en Brazuelo y el hijo en Pinilla de la Valdería. Sus cuerpos fueron exhumados e identificados en 2008. Ayer, Laureano quiso sumarse a las celebraciones por el décimo aniversario de la Asociación para la recuperación de la Memoria Histórica, entidad que le ayudó a localizar a sus familiares y constatar con su testimonio la necesidad que tienen las familias de localizar a sus seres queridos, darles una sepultura digna y que se conozca la verdad sobre lo que les sucedió.
Los padres de Ángel y Laureano estaban afiliados al sindicato de Trabajadores de la Tierra
Ángel Pérez (76 años), que también celebró "el paso tan importante que se está dando hoy recordando lo que pasó", según contó a Público.es, no ha podido localizar a su padre, el cual, por lo que le han contado testigos de la época, "es muy posible que esté en un punto de la Nacional 120 que va de Astorga a León" pero tras la ampliación de los márgenes de la carretera hace años "debió quedar ahí enterrado y ahora es más difícil localizarle", contó Ángel quien no ceja en su empeño por continuar la búsqueda de su progenitor, Melchor Pérez Vidales, socialista, preso en la cárcel de Destriana el 10 de septiembre de 1936 y paseado al día siguiente. "Tenía 32 años cuando fue asesinado", rememora.
Ambos coinciden en la decepción que vivieron cuando llegó la democracia y vieron que sus anhelos por localizar a sus familiares no se tradujeron en una solución efectiva. "La sociedad española no puede tener una verdadera democracia hasta que no se saquen todos los muertos de las cunetas", sentenció Ángel.
La historia del padre y hermano de Laureano y del padre de Ángel es una más de las miles que aún quedan por resolver. José Cabañas González es el autor del libro, La Bañeza 1936, la vorágine de julio, (Lobo Sapiens), una obra de investigación que incluye cientos de casos similares al de Higinio, Feliciano o Melchor, documentados con ayuda de testimonios de la época y su trabajo en archivos, registros y bibliotecas. "Fue un trabajo muy laborioso", reconoce el autor, empleado público en Ourense, sobre la que ha sido su primera obra.
El pasado mes de junio, la Plataforma contra la impunidad del franquismo elaboró unos vídeos en los que diferentes actores contaban en primera persona el testimonio de un grupo de víctimas asesinadas. Entre ellos, el actor Juan Diego puso rostro y voz a la historia de Feliciano Marcos.
Placa homenaje
El 24 de octubre de 2000 aparecían los restos de Emilio Silva Faba al borde de una cuneta en la nacional 536 a la entrada de Priaranza del Bierzo (León). Con él, se rescataron los cuerpos de otras 12 víctimas de la represión franquista en unos trabajos de exhumación que habían empezado tres días antes. Ayer, en ese mismo punto del camino donde se recuperaron los cuerpos de los trece de Priaranza, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) inauguró una placa conmemorativa con la que recordar "que aquí nació el silencio y aquí se murió el silencio", en palabras del presidente de la asociación, Emilio Silva Barrera, nieto de uno de los asesinados.
"Abrimos mucho más que una fosa", indicó Santiago Macías, vicepresidente de la ARMH, para enfatizar cómo se fue abriendo paso la verdad desde aquella primera exhumación con métodos científicos: "Comenzamos a hacer agujeros en el silencio".
Numerosos familiares de víctimas, amigos y voluntarios de la asociación quisieron sumarse al acto en el que la violonchelista Belén Guerra interpretó, ‘El canto de los pájaros', de Pablo Casals. De esta manera se ponía fin a una celebración que durante dos días ha hecho balance de la última década de exhumaciones con la ayuda de los profesionales que han trabajado en las fosas de la represión franquista.
La placa recordará el lugar donde el franquismo trató de ocultar durante 64 años a los trece civiles republicanos cuya exhumación dio lugar al nacimiento de la ARMH. "Su dignidad y tragedia deben formar parte de nuestra memoria", figura en el grabado.
La historia de los 13 de Priaranza es la de los miles de desaparecidos cuyos familiares aún esperar encontrar, desenterrar y dar una sepultura digna. Durante el pasado fin de semana se ha recordado la necesidad de poner rostro a las víctimas de la injusticia. "Es fundamental que estas historias se conozcan, no basta con desenterrarlas", insistía Vicent Navarro, catedrático de Políticas Públicas en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, ya que "para entender a los vivos hay que desenterrar a los muertos e investigar sus asesinatos".
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