El despertar, de un mañana
Mujer de arrostrado velo
que ocultas tras la celosía
el odio y el desprecio.
De una bandera,
que en su tiranía
flageló la autonomía
de un pueblo, de pleno derecho.
Que llora su libertad,
entre amordazados, crespones negros.
Que callan la verdad
en las fosas comunes de los cementerios.
Donde las mordazas
hacen de su voz, un silencio.
Refugio de coraza
de un dictador gobierno,
que calla sus maldades
en las bocas de los muertos.
Que calle, el grito,
que grite el silencio.
Que escuchen los vivos,
que hablen los muertos.
Que salga a la luz,
la paloma blanca en su vuelo,
tras la sombra cernida
del vil cuervo,
que tapa con su oscuridad
tantos secretos.
Que se desaten las manos.
Que señalen sus dedos
a los horadadores
que con la opresión
del argento barreno,
agujerearon los ideales de un pueblo.
Que con hilos de sangre y de hambre,
y muchos remiendos,
confeccionaron un país humilde,
de libres pensamientos.
Que quieren redimir.
Una guerra civil.
Que con la represión de su fusil,
prevaricaron tantos documentos
y ocultaron como fueron los hechos,
con el poder, de un franco derecho,
que hoy. Caído, en el valle, es olvido,
y en los libros y los cuadernos,
un asesino sin sentimientos.
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