Por fin ya la historiografía contemporánea, fundamentalmente la memorialista de forma avanzada, e incluso la académica aunque en menor grado, nos está siquiera aproximando al fenómeno que cual tsunami sacudió España en general y con más virulencia si cabe y de forma más dilatada en el Tiempo al suroeste español en particular; nos referimos a la Represión golpista iniciada en 1936.
Por mucho que algunos, y curiosamente algunos, y no algunas quieran revisar o camuflar, los datos de la represión golpista son escalofriantes, cuantitativa y cualitativamente.
Aún queda mucho que investigar, aunque a algunos les pese, aún queda mucho por conocer del pasado reciente, pero científicamente ha quedado constatado que existió una brutal represión. Hoy por hoy prácticamente todos los historiadores con rigor están de acuerdo en que hubo represión tanto por los golpistas, como cierto es también en la zona dominada por el gobierno legítimo, pero no olvidemos las grandes diferencias tanto cuantitativas, (mucho mayor la golpista) como cualitativas: la represión golpista se realizó de forma premeditada y dirigida, el objetivo fue muy diferente y… ¿en cuanto al género, como afectó dicha represión?
La represión golpista fue totalizadora, premeditada y planificada, afectó a todas las capas sociales pero en mayor medida a los que amparándose en la legalidad, estaban defendiendo un esperanzador futuro más justo e igualitario. Está constatado que incidió fundamentalmente sobre ellos, sobre los que pensaban y querían poner en práctica sus utopías para convertirlas en realidades y acabar con un estado rancio y reaccionario, más cercano al Antiguo Régimen que a las oleadas democráticas que habían inundado otros lares del mundo.
La oleada llegaría, pero para ahogar y enmudecer, haciendo desaparecer de forma literal-jurídica,… de forma real asesinando, esas voces, esos pensamientos, esas ideas que no “comulgaban” con los reaccionarios golpistas. De hecho ese tsunami de sangre y silencio afectó de forma fulminante fundamentalmente a jornaleros, campesinos, obreros, pequeños artesanos, librepensadores, pequeños burgueses…, en definitiva a trabajadores de la esperanza.
Por otro lado, no debemos olvidar el contexto histórico y que en la sociedad imperante reinaban unos patrones machistas, que si bien para los golpistas era el modelo a seguir, el gobierno republicano fue desmontando paulatinamente, si bien es verdad de forma coyuntural, sin mucho empeño, pero paso a paso fue permitiendo que las ciudadanas de la República fueran avanzando en sus derechos.
No fue una lucha fácil, pero poco a poco las mujeres que vivieron en la República fueron consiguiendo y ampliando sus derechos individuales (derecho a participar en política, a sufragio…) y derechos sociales (matrimonio civil, divorcio, aborto…). La mujer trabajadora poco a poco iba viendo reconocidos sus derechos y comenzaba a participar activamente en sociedad, aunque en los registros oficiales seguían apareciendo, en oficio: sus labores, su sexo, tareas domésticas… estas tareas domésticas no eran incompatible con el trabajo en las fábricas, talleres, tiendas, asistencia doméstica de clases pudientes, vendedoras ambulantes…pues necesitaban trabajar para ayudar a los míseros salarios de sus esposos, compañeros, en definitiva para ayudar a sus familias, por ello por su doble condición de supeditación social como mujeres y como trabajadoras muchas se atreven a salir a las calles, a romper en trizas su papel de sometimiento , y dejar el sacrosanto hogar o el camino de las iglesias por el de las agrupaciones reivindicativas y el camino de las manifestaciones pidiendo sus derechos.
Todo ello era inadmisible para el sistema patriarcal, autoritario y machista que se pretendía imponer y por ello los golpistas actuaron sin contemplaciones sobres estas liberticidas, contra estas “venenosas flores” (sic) que tenían para ellos tres estigmas: la de obreras, la de republicanas y la de aspirantes a ciudadanas.
Actuaron sin piedad, sin miramientos, pretendían emular el modelo totalitario fascista, y sobrescribirle cual ganado las tres k (Kinder, Küche, Kirche): hijos, cocina e iglesia, ese era el triángulo de clausura que bordaron…no sólo sobre las vencidas, sino incluso en las mujeres del bando vencedor. Sin quererlo estas mujeres de vencedores, también se convirtieron en víctimas, pero por supuesto no padecieron la represión física., que intentaremos abordar en esta aproximación a la represión golpista sobre las marcheneras que comenzó ese verano de 1936.
Una represión que grosso modo podemos acotar en dos fases , por un lado la que golpeó nada más tomar los pueblos y ciudades de forma inmediata y donde el golpe triunfó a corto y medio plazo, es decir Julio de 1936 y que se desarrolló hasta los primeros meses de 1937; y una posterior a partir de esa fecha., represión que si bien desde el principio estaba dirigida por los militares rebeldes, cabe diferenciar su primera fase , denominada por muchos historiadores como de terror caliente donde se aplicaban los represivos bandos de guerra y asesinatos sin siquiera pasar por el andamiaje falsario del aparato de Justicia militar golpista, es decir tribunales militares provinciales y Auditorias de Guerra.
Por supuesto, prácticamente todas las que fueron asesinadas y otro gran número que logró salvarse del asesinato en esa primera fase y la gran parte de las instruidas por los juicios franquistas , tuvieron que pasar por un verdadero calvario y camino de humillaciones y vejaciones, menoscabando y violando, sobra decir, los derechos humanos más elementales.
Serían avasalladas, vejadas, rasuradas para humillar su feminidad, paseadas cual autos inquisitoriales y como hemos anotado fundamentalmente en esta primera fase en última instancia asesinadas (para algunas, incluso, ni acabando con su vida, llegó la última instancia de la represión, pues son numerosos los ejemplos de cómo esos “hombres”, violaban a las mujeres una vez asesinadas).
Un verdadero tsunami de horror y sangre inundó el suroeste español, esta vez muchos elementos que participaron en los inicios del fenómeno habían entrado por mar, atravesando el estrecho, pero pronto se le unió un frente local, un frente local que en el verano del 36 lanzaron sus flechas como rayos y utilizaron sus yugos para apresar y arrancar esas flores que habían comenzado a brotar en la primavera de 1931.
Por mucho que luego lo quieran negar, aunque en los pelotones de fusilamiento hubo casos muy particulares de intentar no participar, las huestes falangistas actuaron de “primera línea” y según documentos al menos en el caso de Marchena. “siempre había voluntarios dispuestos”, claro está, voluntarios no para ir al frente, sino para asesinar hombres y mujeres maniatados. Esa fue la barbarie represiva que se propagaría pueblo por pueblo en la Andalucía de la “Nueva España”. De forma fulminante y ejemplificadora fueron víctimas directas de este nuevo orden cerca de 12.000 personas tan sólo en la provincia de Sevilla.
Muchas de ellas serían mujeres, además cerca de 2000, serían expedientadas y se les abrirá causa por “rebelión militar”, siendo víctimas del sistema pasando a engrosar las cárceles o incluso el punto de mira de pelotones de fusilamiento. Son mujeres que se han podido documentar, según los últimos estudios, nos referimos al magnifico estudio realizado por la profesora Pura Sánchez ayudándose de la documentación del ATMTS de Sevilla y presentado por la autora en estas IV Jornadas
Un estudio que nos demuestra, que la represión sobre la mujer andaluza giro en torno al 5-6%, que la mayoría de estas mujeres pertenecía a la franja de 20 a 40 años, sin instrucción y de profesión “sus labores”, aun que como bien nos aclara la autora enmascara, este eufemismo, trabajos varios relacionados con la clase obrera . Además, por su edad la mayoría son mujeres en edad de procrear, con familia dependiente, se dan casos con hijos menores de tres años que en principio dejan que les acompañen en su cautiverio, pero que llegada esa edad deben abandonar,… que no pueden ir con sus padres pues la mayoría también están presos, huidos o desgraciadamente también fueron víctimas mortales en esa primera oleada represora.
El estudio en cuestión, del que se saca dichas conclusiones, abarca la zona en la que tenía competencia dicho tribunal, prácticamente toda Andalucía y en cuanto al contexto temporal abarca 1936-1958.
Son cientos de historias de vida, de represión y lucha… que no debemos olvidar, que se repitieron no sólo en Andalucía, sino allá donde la oleada represiva fue incidiendo, es decir queda demostrado que se dilató en el tiempo y en el espacio: recordemos el caso de las 13 Rosas, en la capital de España, ciudad durante años símbolo de resistencia al ataque fascista, y el grito de memoria que nos lanza, Julia Conesa “...Que mi nombre no se borre en la Historia” y que los movimientos memorialistas han tomado como un deber ético de justicia y su lema también como símbolo de lucha de reparación histórica.
Fueron muchas las Julias Conesa que florecieron en nuestro país, flores de lucha y resistencia que enterraron o marchitaron durante años, apresándolas, maniatándolas, pero no lograron arrancar sus raíces.
El caso de Marchena, pueblo de la campiña sevillana de unos 20.000 habitantes, en 1936, y concretamente el de las mujeres residentes en dicha localidad que sufrieron la represión golpista, es el que ocupa mi estudio, que se podría extrapolar a lo ocurrido en otros muchos pueblos donde el golpe triunfó a los pocos días o meses; y en cuanto al tiempo histórico analizado es el de ese tsunami represivo que tiene su cenit en los meses de Agosto, Septiembre de 1936.
No con ello debemos olvidar las otras víctimas la de decenas de mujeres que continuaron sobreviviendo a base de golpes, humillaciones, que además de haber perdido a familiares o compañeros, seguían siendo estigmatizadas, discriminadas por ser familiares, no pensar o haber actuado alguna vez (se investigaba incluso con carácter retroactivo hechos ocurridos antes del 36) en contra de los nuevos patrones totalitarios.
Algunas fueron expedientadas y procesadas, como son los casos documentados de la marchenera, Rosario Pliego García, casada de 35 años conocida como “la Próspera”, o de la vasca pero residente en Marchena, donde ejercía de maestra: Purificación Altuna Bengoechea. Analicemos sendos casos que curiosamente se cruzan en Guipúzcoa y Marchena...
Por mucho que algunos, y curiosamente algunos, y no algunas quieran revisar o camuflar, los datos de la represión golpista son escalofriantes, cuantitativa y cualitativamente.
Aún queda mucho que investigar, aunque a algunos les pese, aún queda mucho por conocer del pasado reciente, pero científicamente ha quedado constatado que existió una brutal represión. Hoy por hoy prácticamente todos los historiadores con rigor están de acuerdo en que hubo represión tanto por los golpistas, como cierto es también en la zona dominada por el gobierno legítimo, pero no olvidemos las grandes diferencias tanto cuantitativas, (mucho mayor la golpista) como cualitativas: la represión golpista se realizó de forma premeditada y dirigida, el objetivo fue muy diferente y… ¿en cuanto al género, como afectó dicha represión?
La represión golpista fue totalizadora, premeditada y planificada, afectó a todas las capas sociales pero en mayor medida a los que amparándose en la legalidad, estaban defendiendo un esperanzador futuro más justo e igualitario. Está constatado que incidió fundamentalmente sobre ellos, sobre los que pensaban y querían poner en práctica sus utopías para convertirlas en realidades y acabar con un estado rancio y reaccionario, más cercano al Antiguo Régimen que a las oleadas democráticas que habían inundado otros lares del mundo.
La oleada llegaría, pero para ahogar y enmudecer, haciendo desaparecer de forma literal-jurídica,… de forma real asesinando, esas voces, esos pensamientos, esas ideas que no “comulgaban” con los reaccionarios golpistas. De hecho ese tsunami de sangre y silencio afectó de forma fulminante fundamentalmente a jornaleros, campesinos, obreros, pequeños artesanos, librepensadores, pequeños burgueses…, en definitiva a trabajadores de la esperanza.
Por otro lado, no debemos olvidar el contexto histórico y que en la sociedad imperante reinaban unos patrones machistas, que si bien para los golpistas era el modelo a seguir, el gobierno republicano fue desmontando paulatinamente, si bien es verdad de forma coyuntural, sin mucho empeño, pero paso a paso fue permitiendo que las ciudadanas de la República fueran avanzando en sus derechos.
No fue una lucha fácil, pero poco a poco las mujeres que vivieron en la República fueron consiguiendo y ampliando sus derechos individuales (derecho a participar en política, a sufragio…) y derechos sociales (matrimonio civil, divorcio, aborto…). La mujer trabajadora poco a poco iba viendo reconocidos sus derechos y comenzaba a participar activamente en sociedad, aunque en los registros oficiales seguían apareciendo, en oficio: sus labores, su sexo, tareas domésticas… estas tareas domésticas no eran incompatible con el trabajo en las fábricas, talleres, tiendas, asistencia doméstica de clases pudientes, vendedoras ambulantes…pues necesitaban trabajar para ayudar a los míseros salarios de sus esposos, compañeros, en definitiva para ayudar a sus familias, por ello por su doble condición de supeditación social como mujeres y como trabajadoras muchas se atreven a salir a las calles, a romper en trizas su papel de sometimiento , y dejar el sacrosanto hogar o el camino de las iglesias por el de las agrupaciones reivindicativas y el camino de las manifestaciones pidiendo sus derechos.
Todo ello era inadmisible para el sistema patriarcal, autoritario y machista que se pretendía imponer y por ello los golpistas actuaron sin contemplaciones sobres estas liberticidas, contra estas “venenosas flores” (sic) que tenían para ellos tres estigmas: la de obreras, la de republicanas y la de aspirantes a ciudadanas.
Actuaron sin piedad, sin miramientos, pretendían emular el modelo totalitario fascista, y sobrescribirle cual ganado las tres k (Kinder, Küche, Kirche): hijos, cocina e iglesia, ese era el triángulo de clausura que bordaron…no sólo sobre las vencidas, sino incluso en las mujeres del bando vencedor. Sin quererlo estas mujeres de vencedores, también se convirtieron en víctimas, pero por supuesto no padecieron la represión física., que intentaremos abordar en esta aproximación a la represión golpista sobre las marcheneras que comenzó ese verano de 1936.
Una represión que grosso modo podemos acotar en dos fases , por un lado la que golpeó nada más tomar los pueblos y ciudades de forma inmediata y donde el golpe triunfó a corto y medio plazo, es decir Julio de 1936 y que se desarrolló hasta los primeros meses de 1937; y una posterior a partir de esa fecha., represión que si bien desde el principio estaba dirigida por los militares rebeldes, cabe diferenciar su primera fase , denominada por muchos historiadores como de terror caliente donde se aplicaban los represivos bandos de guerra y asesinatos sin siquiera pasar por el andamiaje falsario del aparato de Justicia militar golpista, es decir tribunales militares provinciales y Auditorias de Guerra.
Por supuesto, prácticamente todas las que fueron asesinadas y otro gran número que logró salvarse del asesinato en esa primera fase y la gran parte de las instruidas por los juicios franquistas , tuvieron que pasar por un verdadero calvario y camino de humillaciones y vejaciones, menoscabando y violando, sobra decir, los derechos humanos más elementales.
Serían avasalladas, vejadas, rasuradas para humillar su feminidad, paseadas cual autos inquisitoriales y como hemos anotado fundamentalmente en esta primera fase en última instancia asesinadas (para algunas, incluso, ni acabando con su vida, llegó la última instancia de la represión, pues son numerosos los ejemplos de cómo esos “hombres”, violaban a las mujeres una vez asesinadas).
Un verdadero tsunami de horror y sangre inundó el suroeste español, esta vez muchos elementos que participaron en los inicios del fenómeno habían entrado por mar, atravesando el estrecho, pero pronto se le unió un frente local, un frente local que en el verano del 36 lanzaron sus flechas como rayos y utilizaron sus yugos para apresar y arrancar esas flores que habían comenzado a brotar en la primavera de 1931.
Por mucho que luego lo quieran negar, aunque en los pelotones de fusilamiento hubo casos muy particulares de intentar no participar, las huestes falangistas actuaron de “primera línea” y según documentos al menos en el caso de Marchena. “siempre había voluntarios dispuestos”, claro está, voluntarios no para ir al frente, sino para asesinar hombres y mujeres maniatados. Esa fue la barbarie represiva que se propagaría pueblo por pueblo en la Andalucía de la “Nueva España”. De forma fulminante y ejemplificadora fueron víctimas directas de este nuevo orden cerca de 12.000 personas tan sólo en la provincia de Sevilla.
Muchas de ellas serían mujeres, además cerca de 2000, serían expedientadas y se les abrirá causa por “rebelión militar”, siendo víctimas del sistema pasando a engrosar las cárceles o incluso el punto de mira de pelotones de fusilamiento. Son mujeres que se han podido documentar, según los últimos estudios, nos referimos al magnifico estudio realizado por la profesora Pura Sánchez ayudándose de la documentación del ATMTS de Sevilla y presentado por la autora en estas IV Jornadas
Un estudio que nos demuestra, que la represión sobre la mujer andaluza giro en torno al 5-6%, que la mayoría de estas mujeres pertenecía a la franja de 20 a 40 años, sin instrucción y de profesión “sus labores”, aun que como bien nos aclara la autora enmascara, este eufemismo, trabajos varios relacionados con la clase obrera . Además, por su edad la mayoría son mujeres en edad de procrear, con familia dependiente, se dan casos con hijos menores de tres años que en principio dejan que les acompañen en su cautiverio, pero que llegada esa edad deben abandonar,… que no pueden ir con sus padres pues la mayoría también están presos, huidos o desgraciadamente también fueron víctimas mortales en esa primera oleada represora.
El estudio en cuestión, del que se saca dichas conclusiones, abarca la zona en la que tenía competencia dicho tribunal, prácticamente toda Andalucía y en cuanto al contexto temporal abarca 1936-1958.
Son cientos de historias de vida, de represión y lucha… que no debemos olvidar, que se repitieron no sólo en Andalucía, sino allá donde la oleada represiva fue incidiendo, es decir queda demostrado que se dilató en el tiempo y en el espacio: recordemos el caso de las 13 Rosas, en la capital de España, ciudad durante años símbolo de resistencia al ataque fascista, y el grito de memoria que nos lanza, Julia Conesa “...Que mi nombre no se borre en la Historia” y que los movimientos memorialistas han tomado como un deber ético de justicia y su lema también como símbolo de lucha de reparación histórica.
Fueron muchas las Julias Conesa que florecieron en nuestro país, flores de lucha y resistencia que enterraron o marchitaron durante años, apresándolas, maniatándolas, pero no lograron arrancar sus raíces.
El caso de Marchena, pueblo de la campiña sevillana de unos 20.000 habitantes, en 1936, y concretamente el de las mujeres residentes en dicha localidad que sufrieron la represión golpista, es el que ocupa mi estudio, que se podría extrapolar a lo ocurrido en otros muchos pueblos donde el golpe triunfó a los pocos días o meses; y en cuanto al tiempo histórico analizado es el de ese tsunami represivo que tiene su cenit en los meses de Agosto, Septiembre de 1936.
No con ello debemos olvidar las otras víctimas la de decenas de mujeres que continuaron sobreviviendo a base de golpes, humillaciones, que además de haber perdido a familiares o compañeros, seguían siendo estigmatizadas, discriminadas por ser familiares, no pensar o haber actuado alguna vez (se investigaba incluso con carácter retroactivo hechos ocurridos antes del 36) en contra de los nuevos patrones totalitarios.
Algunas fueron expedientadas y procesadas, como son los casos documentados de la marchenera, Rosario Pliego García, casada de 35 años conocida como “la Próspera”, o de la vasca pero residente en Marchena, donde ejercía de maestra: Purificación Altuna Bengoechea. Analicemos sendos casos que curiosamente se cruzan en Guipúzcoa y Marchena...
Gavira Gil, Javier: Ciudadanas Victimas del Tsunami represivo en Marchena, durante el verano de 1936. Inédito.(1)
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