LUCHADORES DE MEMORIA
Aunque muy pronto celebraremos las segundas jornadas de recuperación de memoria histórica en Marchena, organizadas por DIME y con la colaboración de la comisión municipal y otras instituciones, no hemos de olvidar que este movimiento tiene su base social, y ya desde el 2004, hubo iniciativas populares, para dignificar a los represaliados, este es el caso de nuestro actual socio Antonio Hernández, que ya en esa fecha solicitó al Ayuntamiento la localización de las fosas comunes y la dignificación de sus padres. Él mismo nos pide que demos transparencia y divulgación a aquel escrito , dirigido al Ayuntamiento. Esperemos que su solicitud, se haga realidad.
EXLMO SR.
Antonio Narváez Hernández, mayor de edad, casado provisto de DNI, 27.853.886N,con domicilio a efecto de notificaciones, en 41OO6 de Sevilla, c/ Diamantino García Acosta, nº 14,( teléfono 954659º86),actuando en su nombre, además como legal representante de sus hijos, Enrique Narváez Duarte, Maria Teresa Narváez Valencia, Eva Maria Narváez Valencia y Maria Concepción Narváez Valencia, asimismo como mandato verbal de sus sobrinos, Concepción Narváez Ternero, Luis Narváez Ternero, Antonio Narváez Ternero, Carmelo Narváez Ternero y Rosario Narváez Ternero, que a su vez han pedido que actué en nombre de su padre, José Narváez Hernández, (q.e.p.d.) hermano del que suscribe; además de nuestro tío ,Luis Hernández García y de sus hijos, Antonio Hernández Bellot y Joaquina Hernández Bellot; como mejor proceda,digo.
Primero. Nuestro padre, Enrique Narváez Borrego, nacido en Marchena,( Sevilla), el día 29 de Noviembre de 1.904, hijo de Antonio Narváez Estepa y de Josefa Borrego Frias, casado con Concepción Hernández García, el día 1 de Marzo de 1.930, jornalero, hombre de ideas progresistas, comprometido con la clase trabajadora y con el sistema legalmente constituido. Cuando los franquistas y sus secuaces, dieron el golpe de estado tomando Marchena el 20 de Julio de 1.936,según documentos aportado por el historiador Don Francisco Javier Gavira, nuestro padre fue herido en una reyerta o emboscada, por personas afines al golpe de estado, fue llevado al hospital de Marchen e ingresado en dicho hospital, donde murió, fue sacado de dicho hospital por una puerta lateral para llevarlo al cementerio de dicha localidad y posado en una fosa común, como si fuera un malvado. Dejo viuda a nuestra madre, Concepción Hernández García nacida en Marchen (Sevilla), el día 5 de Abril de 1.904, hija de Mariano Hernández Gavira y de Carmen García Gutiérrez, con dos hijos de corta edad, José Narváez Hernández, nacido en Marcena el 4 de Marzo de 1.931 y fallecido el día 3 de Diciembre de 2001, hermano del que suscribe, Antonio Narváez Hernández, nacido en Marchen el da 11 de Julio de 1.933. Al quedar viuda nuestra madre, la obligaron a ir a la sede de la falange en Marchen, varios días o semanas, no se sabe muy bien con que fin, (según nuestro entorno familiar para humillarla), nuestra abuela Carmen y nuestra tía Mercedes, aun con riesgo de sus propias vidas intentaron por todos los medios posibles, salvar a nuestra madre, pero no lo consiguieron, si en cambio les pelaron la cabeza a las dos y les dieron purgante de aceite ricino, a pesar de todo, a nuestra madre nos la arrebataron una madrugada que estábamos con ella para no verla mas, de eso puede dar fe el que suscribe, todavía no se ha borrado de mi memoria la escena ni los hechos, a pesar de hacer mas de 67 años, esa misma madrugada una vecina que presenció los hechos fue a casa de nuestros maternos, Mariano y Carmen, para contarles lo que había visto y decir en que situación habíamos quedado nosotros, en ese momento, nuestra tía Mercedes se personó en nuestra casa, nos sacó de allí y nos llevo a casa de nuestros abuelos, en la c/ Guillermo nº 18, donde con muchos esfuerzos de nuestros abuelos y tías crecimos.. ..
Segundo.- Según el historiador, antes mencionado, tiene un listado de todas las personas asesinadas en Marchena. Nuestra madre no consta en dicho listado, siendo verdad que fue asesinada; de eso , como anteriormente ha dicho el que suscribe, que puede dar fe de que así ,me acuerdo de los hechos como si hubiesen ocurrido en la actualidad, además de muchos testimonios del entorno de donde vivíamos nosotros, ya fallecidos todos por desgracia, además de nuestra familia que siempre nos lo dijeron. Especialmente injusto para el que suscribe, como para mi hermano (q.e.p.d.), que hubiese dado la vida por hacer lo que yo estoy haciendo, sus nieto, hermano y sobrinos arriba, de sus abuelos, hermano y tíos a lo que tantos lazos les hubieran unidos, no solo por la condición de tal, sino por lo que debieron ser y fueron, sin duda, sus talantes y concepción del mundo y la sociedad, concepto que ahora, casi 70 años después de sus muertes, compartimos plenamente. Es por lo que pedimos, que se reconozcan los hechos, y así poder hacer un poco de justicia y darles un sentido homenaje a su memoria.
Tercero.- Durante décadas la represión franquista impidió que el natural deseo de las familias de que los restos de sus seres queridos fallecidos en iguales circunstancias, fueran localizados y tuvieran cauces adecuados a tal fin, y hasta pareciera que se había conseguido la resignación de dichas familias. Sin embargo la actual situación política y social de nuestro país ha abierto nuevas esperanzas a quienes en realidad nunca abandonaron su propósito. No ya de que se rescatase el honor, que a los ojos de las personas de bien nunca perdieron los represaliados del franquismo, de quienes de forma tan injusta fueron privados del más elemental derecho, el derecho a la vida, sino también de que las instituciones reconociesen la injusticia cometida.
Pasos se han dado por parte de las instituciones en esa línea. Faltaba no obstante, que ese reconocimiento se proyectase en relación con el derecho de los afectados a recuperar los restos de sus familiares; pues otra injusticia se cometería si no se hiciera desde los Poderes Públicos, todo lo humana y técnicamente posible para encontrar y entregarlos a sus familias.
Como es por VE. Conocido, la Junta de Andalucía, ha sido sensible a dicha cuestión en su Decreto de 2 de Diciembre de 2003, autentico espaldarazo institucional para que se pueda llevar a cabo las labores tendentes al expresado fin. Compartirá con nuestra familia que ya es hora ponerse a trabajar para que esa norma no quede en una mera declaración de intenciones.
Cuarto.- Por lo demás VE. Será sensible a la manifestación que a continuación formularemos, y comprenderá en su justa medida los motivos que tenemos para realizarlas, los cuales refuerzan aún mas la petición que hemos anunciado: Nunca antes de manera explícita, dijimos oficialmente a una autoridad o cargo público, ( no se pudo decir durante décadas), que el asesinato que nunca puede estar justificado, lo estuvo en la infortunada de nuestra madre, persona de bien que nunca había hecho daño a nadie, para quitarle la vida tan prematuramente, especialmente injusto su asesinato por dejar a dos niños de corta edad y a toda la familia y sobre todo a nuestro abuelo Mariano que no pudo aguantar el dolor y murió al poco tiempo siendo aun joven. Nuestro padre, también hombre de bien lo único que pudo hacer es tener unas ideas avanzadas, estar comprometido con la clase trabajadora y con el sistema legalmente constituido, porque nada malo hizo mas que defender lo que realmente creía y estaba vigente en el momento de los hechos; es por lo que reivindicamos su buen nombre
Quinto:- Es obvio, de que los poderes públicos no fueron capaces de garantizar en su día los derechos fundamentales de los ciudadanos como nuestros padres, a quienes no protegieron debidamente, contra los desmanes de los delincuentes que ordenaron actuar de esa forma, o quienes de una forma u otra forma, resultaron ser cómplices de todas las anteriores. Las circunstancias en la que tales hechos se desarrollaron pueden llegar a explicar esa imposibilidad, por parte de las instituciones del estado, pero no las justifica en absoluto, en particular, desde el punto de vista que aquí se sostiene, como si se pretendiera extraer tales dificultades la conclusión de que no resulte rentable acometer lo que resulta necesario para localizar, identificar y entregar a sus familiares los restos de las víctimas. Huelga decir que no es cuestión de rentabilidad, sino de justicia. El Estado Español aun con otra forma de estado. Sigue el mismo, y debe responder de manera adecuada a peticiones como las que formulamos ante unos de los Poderes Públicos que se integran en el : Excelentísimo Ayuntamiento de Marchena Cuestión diferente es que se obtenga como así conviene la colaboración de diversas instituciones, tal y como el Decreto de constante referencia de la Junta de Andalucía establece en su redactado.
No nos son desconocida las dificultades que se van a presentar. Ello, no obstante, no nos cabe ninguna duda de que siendo técnicamente posible, como lo es, la localización, identificación y entrega de los restos a las familias como el de las demás que muestren su interés en que así se actúe se consiga.
Por consiguiente, en mi propio nombre y el de mi familia le ruego haga cuanto esté en su mano para que se consiga nuestro objetivo.
Por lo que antecede:
SOLICITO .Que habiendo por presentado este escrito, tenga formuladas las manifestaciones que contiene,.y en virtud, lleve a cabo las gestiones necesarias para en coordinación con las demás Autoridades competentes a que se refiere el mencionado Decreto del 2 de Diciembre de la Junta de Andalucía; conseguir que se localicen, identifiquen y entreguen a nuestra familia los restos de DON ENRIQUE NARVAEZ BORREGO Y DOÑA CONCEPCION HERNANDEZ GARCIA, manteniéndonos de la tramitación de esta petición, como de las gestiones subsiguientes.
Sevilla para Marchena a 5 de Abril de 2004.
Fdo: Antonio Narváez Hernández
miércoles, 28 de marzo de 2007
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1 comentario:
Un saludo a mi tio Antonio y un recuerdo a mi padre,al que le hubiera hecho mucha ilusión trabajar para la recuperación de la memoria de sus padres y demás familiares exterminados por la barbaridad franquista, para que sepan que no pararemos en este empeño, en el que pedimos tan poco y es tan justo que seguro que lo conseguiremos. De Francisco Narváez.
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